LA TRAMPA DEL EURO

Focus: Política
Fecha: 04/10/2013

El gobierno de funcionarios que preside el señor Rajoy sigue con sus amenazas a Catalunya y a sus ciudadanos. Si se separan de España los expulsarán del “paraíso”. El “paraíso”, según ellos, es la Unión Europea.

No sólo esto; tendrán que hacer cola durante largos y penosos años para poder entrar de nuevo. Y, ¿quién ha dicho que queramos entrar, en el supuesto de que quedemos fuera?

La Unión Europea es un proyecto ambiguo, que ha quedado a medio camino entre sus propósitos iniciales (la unión política), los intereses de algunos grupos económicos (cuya sola meta era el arancel cero), la defensa de los privilegios del sector agrícola francés (subsidios y cuotas) y la visión cortoplacista de los partidos.

La liberalización del comercio debe más a las directrices de la Organización Mundial del Comercio y a la drástica reducción de los costes del transporte, que a los farragosos procedimientos que salen de la “fábrica” de Bruselas. El economista francés Patrick Messerlin ha estimado además que el proteccionismo comercial europeo de cara a países fuera de la UE le cuesta a sus miembros entre el 5 y el 7% de su PIB.

Y la UE no está sola en Europa. Existe también la EFTA o asociación europea de libre comercio, que cuenta entre sus miembros a Suiza y a Noruega, y que tiene acuerdos bilaterales con la UE, en el sentido de facilitar el movimiento de capitales, mercancías y personas entre las dos agrupaciones.

En cuanto a seguir o no con el euro como moneda propia, es un tema sobre el que se debería reflexionar, pues ceder la política monetaria a un ente ajeno, que actúa sobre realidades territoriales tan distintas como Alemania y Grecia, es un disparate técnico y económico.

El problema de una Catalunya independiente es que no le van a dejar que abandone el euro, por mucho que se empeñe. Y no le van a dejar aquellos que de verdad tienen el poder para presionar en este sentido, empezando por las multinacionales con plantas industriales y centros logísticos en nuestra nación, que exportan a otros mercados europeos y que les tiene sin cuidado lo que opinen los políticos jubilados que se pasean por la capital belga. Tampoco le van a dejar los acreedores extranjeros de la Deuda Pública del Reino de España, que quieren que Catalunya asuma una parte de esa deuda, para así asegurarse la devolución (no se fían – y hacen bien – de la oligarquía castellana). Los terceros agentes en este contencioso (los que controlan la tesorería de la Unión Europea) recordarán a los burócratas de la Comisión Europea que Catalunya es contribuyente neto (unos 1.400 millones de euros anuales), en tanto que España (sin Catalunya) es receptor neto, y que detrás de los discursos y las declaraciones hay una realidad pura y dura: cubrir las necesidades del presupuesto.

En el tema catalán los españolistas se están quedando sin argumentos, si es que alguna vez los tuvieron. Como ya ahora nadie discute la viabilidad económica de Catalunya como Estado independiente, tratan de aliarse con sus colegas de Bruselas para despertar temores virtuales. Si ven que esto no funciona, explotarán la vía sentimental. Y volverán a equivocarse.

No conocen el carácter catalán. Aquí escribimos en prosa y gozamos de la lírica sólo en momentos muy especiales. Ya lo he dicho otras veces: este tsunami no hay quien lo pare.

Alf Duran Corner

 

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