LAS ADICCIONES Y EL GLAMOUR

Focus: Sociedad
Fecha: 02/05/2008

Desde un punto de vista clínico, la adicción es una enfermedad crónica y reincidente del cerebro, que se caracteriza por una conducta de uso o consumo, que nos atrae de forma incontrolable y que persiste aunque tengamos conciencia de sus efectos negativos para la salud o para nuestras relaciones sociales.

Nuestra sociedad ha propiciado una lectura “glamourosa” de la adicción , lo que hace difícil escapar a sus pretendidos beneficios.

El conjunto de conductas o sustancias adictivas es muy amplio, e incluye productos como el alcohol, las drogas, el tabaco y la cafeína, pero también el juego, las compras compulsivas, el sexo e Internet.

¿Qué le pasa a nuestro cerebro para caer en la adicción?.

El mecanismo es muy simple, lo que expresa nuestra fragilidad psicológica.

Cuando nos sentimos bien, las neuronas emiten un neurotransmisor (la dopamina) que va al nucleus accumbens y a otras áreas del cerebro. Sigue su camino, de neurona a neurona, a través de las sinapsis o hilos conductores. Para evitar la sobreestimulación, otras células nerviosas emiten el gaba que es otro neurotransmisor que actúa como inhibidor. Estamos en la curva de lo normal .

El problema surge cuando las sustancias adictivas incrementan la cantidad de dopamina , con lo que a corto plazo la sensación de placer crece. El uso o conducta repetitiva genera adicción , rompe el equilibrio normal de los circuitos cerebrales que controlan las recompensas sensoriales y bloquea el papel de los inhibidores.

Esta conducta patológica es tan antigua como la civilización, pues los humanos siempre han perseguido la huida del dolor y la búsqueda del placer, como tan bien definió el maestro Freud.

Pero la tecnología (mediante scanners muy precisos) nos permite conocer hoy en profundidad qué pasa en cada zona del cerebro, y el diagnóstico es preocupante, pues no sólo se reducen las capacidades cognitivas del sujeto, sino que su futuro será para siempre mucho más vulnerable.

La sociedad no informa suficientemente sobre estos riesgos. Debería haber más pedagogía y menos glamour.
Alf Duran Corner

 

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