LAS COSAS COMO SON

Focus: Economía
Fecha: 13/05/2010

Todos quisiéramos que la crisis económica internacional, y subsidiariamente la de España, se tomara un respiro, pero no es suficiente con expresar este deseo. La tozudez de los hechos nos obliga de nuevo a diagnosticar un horizonte muy difícil.

Es cierto que el IPC va hacia arriba, es decir, que entramos en inflación y – en lógica contrapartida – abandonamos la deflación. Pero pensar que con ello la actividad económica cambia de signo, es un error de bulto.

También es un error – éste de carácter técnico – decir que España deja la recesión porque el PIB ha crecido un 0,1% en el primer trimestre del 2010. Si llevamos varios trimestres de caída de la actividad económica (sólo dos seguidos definen la recesión), resulta ridículo echar las campanas al vuelo por un minúsculo repunte, que veremos si se consolida y en qué medida lo hace.

Si analizamos el crecimiento del IPC, vemos que la variable explicativa es el aumento del precio del petróleo, materia prima que España importa en su totalidad. En los dos últimos años y en el contexto de crisis citado, el crudo ha oscilado enormemente: de 100 dólares barril en enero del 2008, se pasó a 147 en julio del mismo año, para acabar en 32 $ en diciembre. Ahora está en 77 $. La mayoría de analistas coinciden en situarlo a medio plazo en 100 $. A este precio, las economías de los países desarrollados sufrirán todavía más, en tanto que las de los países emergentes (con tasas sostenidas de crecimiento del PIB) podrán absorber el impacto.

Pero no sólo es el petróleo el que sube; otras materias primas lo acompañan. El cobre ha pasado en un año de 2 $ a 3,2 $. El aluminio de 0,60 $ a 0,95 $. El níquel de 5 $ a 10,5 $. El índice de precios de Alimentación (FAO) estaba a 140 en marzo del 2009 y ahora está a 162.

En cuanto al tímido crecimiento del PIB, veremos que ocurre cuando acaben los estímulos fiscales al automóvil y las empresas dejen de reponer sus mermados inventarios.

Con la banca y cajas de ahorros españolas con problemas de mora y liquidez, a las que se ha cerrado el grifo barato del Banco Central Europeo, por lo que se ven obligadas a pagar los depósitos por encima del precio del dinero que se prestan entre ellos; con una inflación inducida; con un escenario de crecimiento cero, podríamos entrar en un período de estanflación (inflación y estancamiento), que produciría más desempleo y menor consumo interno.

El gobierno español, presionado por las autoridades públicas internacionales y por los lobbies financieros privados, ha destapado la caja de los truenos con algunas tímidas medidas (reducción salarios funcionarios, bloqueo al crecimiento de pensiones, control gasto farmacéutico, etc.). Todas ellas actúan sobre la demanda, que ya hemos visto sigue deprimida. Pero esta presión es discriminatoria, pues se ceba, en parte, en las capas más necesitadas de la población.

¿Por qué no se reducen las tarifas de los servicios básicos (agua, electricidad, teléfono)? ¿Por qué no se aplica un impuesto extraordinario sobre el patrimonio de las SICAV? ¿Por qué no se actúa con mayor severidad sobre el fraude, en un país en el que un 20% de la economía sigue sumergida? ¿Por qué no se aplica una moratoria en el reparto de dividendos?

Si hay que tomar aceite de ricino, se toma. Pero no sólo los de siempre.

Alf Duran Corner

 

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