LAS ESENCIAS

Focus: Sociedad
Fecha: 25/04/2014

No es necesario recordar que el “construct ideológico” de cada ciudadano es de su exclusiva propiedad y hay que respetarlo, siempre que se ajuste al principio kantiano de no explicitarlo en perjuicio de terceros: no quieras para los demás lo que no quieras para ti.

Ese construct ideológico actúa como principio vital y marca de forma indeleble nuestras actitudes y conductas en todos los ámbitos de la vida comunitaria: en lo económico, en lo social, en lo político, en lo cultural.

Las religiones forman parte de ese tronco nuclear y tienen principal protagonismo por una característica particular de la especie humana, que no comparte con el resto de los seres vivos: el miedo a la muerte. Para muchos la religión es un “seguro de vida” porque anticipa la trascendencia.

En cualquier caso, las religiones deberían limitarse a la esfera privada y no manifestarse públicamente ocupando un espacio que no les corresponde. En términos generales el budismo se ajusta a este principio – y por eso goza de particular respeto - , como lo hacen algunas corrientes protestantes. Como contraste, el islamismo y el catolicismo se hallan en la zona opuesta.

En el Estado Español, el poder de la iglesia católica ha sido siempre un poder dominante. Sus raíces son históricas, vinculadas permanentemente al aparato del Estado (la “cruz y la espada”), con breves períodos de letargo. Por eso la mayoría de los españoles se refieren al “catolicismo” como la “iglesia”. Es un monoproducto.

Con frecuencia las autoridades de esa “iglesia” expresan de forma beligerante sus dictados (que no opiniones) sobre temas diversos, recordando a sus “fieles” que el rebaño es de su propiedad y que ellos son los pastores.

Y cuando llega la primavera y la naturaleza se expresa en plenitud, ellos insertan a contracorriente “su” semana santa, en la que la prudencia aconsejaría recogerse en sus centros de culto y cumplir con sus protocolos, si así lo desean. Pero no, ellos no se contentan con esto. Invaden el espacio público con sus rituales, que además son acogidos con beneplácito por los medios de comunicación, en su papel de cajas de resonancia. Lo más curioso es que la “constitución”, que tanto pregonan y de la que ahora se sienten tan orgullosos, declara explícitamente que el Estado es aconfesional.

I si tenemos en cuenta que el Estado Español tiene dos asignaturas pendientes (no hizo la Revolución Industrial y pasó de puntillas por la Ilustración) no es de extrañar que se llenen las calles y las pantallas de los televisores de espectáculos grotescos llenos de teatralidad, con cierto gusto sadomasoquista, que producen sorpresa y un cierto sentimiento de agobio a muchos turistas desprevenidos, que ellos sí fueron secularizados hace varios siglos.

Claro que los gobiernos del Estado Español no sólo no han mantenido una actitud neutra – como era su obligación – sino que han jugado a favor de este carnaval pseudoreligioso, que no tiene nada que ver con la meditación, la reflexión y la oración en la intimidad. Y lo han hecho porque probablemente los partidos mayoritarios creen que sus electores así lo desean.

Algunos hablan de regreso a las cavernas. Yo pienso que nunca han salido de ellas. Lo que cambia es que ahora usan tablets y móviles, pero su construct ideológico permanece inalterable. Son “la reserva espiritual de Occidente”.

Pies, para que os quiero...

Alf Duran Corner

 

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