LECCIONES DE HISTORIA

Focus: Política
Fecha: 29/06/2010

Franklin Delano Roosevelt nació en New York el 30 de enero de 1882. Educado en las mejores escuelas, obtuvo su graduación en Leyes en las universidades de Columbia y Harvard e inició su carrera como abogado en su ciudad natal. Pronto destacó en las filas del partido Demócrata y en 1910 ya ocupaba una plaza de senador. En 1913, el presidente Wilson lo nombró asistente del Secretario de Marina. En este puesto, ya entrado Estados Unidos en la I Guerra Mundial, demostró su enorme capacidad de gestión.

Terminada la guerra, acudió a la conferencia de paz de París y fue muy crítico con el Tratado de Versalles, que imponía a las naciones perdedoras (en especial a Alemania) unas condiciones imposibles de cumplir. En esto coincidió con el economista británico John Maynard Keynes. Más adelante se producirían otras coincidencias.

En 1921 quedó severamente afectado por la poliomelitis y, a partir de entonces, tuvo que desplazarse en silla de ruedas. No por eso cejó en su empeño y volvió a la política activa en 1928. Cuando se produce la gran Depresión (1929), Roosevelt, como gobernador de New York, trata de paliar la incompetencia del presidente Hoover, y desarrolla una serie de planes para ayudar a los parados y a los hogares sin recursos. En 1932 es elegido candidato demócrata a la presidencia del país, y en las elecciones derrota fácilmente al republicano Herbert Hoover.

Se enfrenta a la crisis bancaria con energía y pone en marcha una serie de proyectos de naturaleza keynesiana (el Estado como motor económico) que son conocidos popularmente como el “New Deal”. En 1936 es reelegido y derrota al candidato republicano por una diferencia superior a diez millones de votos. Las fuerzas conservadoras, desde la plataforma del Tribunal Supremo, torpedean sus planes de trabajo. En este último órgano, siete de los nueve jueces habían sido elegidos por presidentes republicanos, y sus sentencias eran marcadamente reaccionarias.

El 2 de febrero de 1937, Roosevelt hace un discurso dirigido a la nación en el que declara que lo que el Congreso aprueba, con el respaldo de veintisiete millones de votos de los ciudadanos, no puede ser refutado por un puñado de jueces que han transformado el tribunal en una supercámara legislativa. La Nación no lo puede consentir. Al final, se encuentra una fórmula para evitar el conflicto, algunos de los jueces más ancianos dimiten y se incorporan nuevos jueces con otro talante.

Roosevelt fue un personaje excepcional, uno de los escasos grandes líderes del siglo XX. En la España del siglo XXI (una, grande y libre) domina la mediocridad más absoluta. Por eso no es de extrañar el contenido de la sentencia sobre el Estatut de Catalunya (Estatut aprobado, por cierto, por la mayoría de los catalanes y por los parlamentos de Catalunya y España) y la reacción de los jefecillos de los principales partidos políticos españoles.

Hay que fijarse en el modelo asimétrico: Votación popular en Estados Unidos / votación popular en Catalunya; mayoría en el Congreso norteamericano / mayoría en los Parlamentos de Catalunya y España / presidente Roosevelt / ??????.

“Adéu Espanya”. Que les vaya bonito.

Alf Duran Corner

 

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