Focus: Política
Fecha: 23/01/2021
El Centro de Investigaciones Sociológicas, cuyo chef de cocina es el sempiterno señor Tezanos, ha avanzado su último sondeo sobre las elecciones catalanas, unas elecciones cuya celebración depende, como casi todo, de un conjunto de jueces y fiscales que se han aficionado a intervenir en la vida política, económica y social, cansados, probablemente con razón, de su aburrida vida en los burocráticos juzgados.
Suponiendo que se celebren algún día (cosa que tampoco está clara) el señor Tezanos (miembro veterano del Psoe) nos ha dicho que la candidatura ganadora, por poco pero ganadora, será la que encabeza su colega del Psoe señor Illa. Hasta aquí todo muy normal, sin que pretendamos entrar en el corazón del sondeo (que tampoco nos cuentan), pero donde se cuela un alto porcentaje de votantes indecisos, lo que llama la atención a estas alturas del relato.
A mí lo que más me ha interesado es como los medios convencionales (incluyendo “la Nostra” y asociadas) han calificado este resultado favorable para el Psoe como “el efecto Illa”. Interpreto que se refieren al valor que el electorado españolista del área metropolitana otorga al señor Illa por su gestión al frente del ministerio de Sanidad español, gestión que por los números de todos conocidos no es precisamente como para estar orgulloso.
Aun suponiendo que fuera lo contrario y que el Estado español destacara por su bien hacer en el firmamento pandémico, el señor Illa podría estar contento (y nosotros con él), lo cual no significaría que tuviera las menores capacidades como para ser President de la Generalitat de Catalunya. Se me puede objetar con razón que tampoco las tenía el señor Montilla, a lo que solo puedo añadir que así empezó todo (incluido el crecimiento de la Deuda en las cuentas públicas catalanas).
El señor Salvador Illa es una persona muy correcta, que agradece las preguntas –la mayoría insulsas– de los periodistas que acuden a sus continuas ruedas de prensa, a los que además agradece su interés y tutea cariñosamente. Pero es que esto tampoco tiene nada que ver con los deberes de un President de la Generalitat.
El señor Illa (don Salvador, que dirían en la capital de un desahuciado reino), tiene una mirada triste, como carente de afectos, aunque pensamos que los tiene todos para que el patrón de su partido dinástico (Pedro Sánchez Pérez-Castejón) lo haya colocado a él en el carril de salida, en lugar del siempre elocuente y reconocido bailarín señor Iceta.
El señor Illa ha conseguido en poco tiempo tener “notoriedad de marca”, que es algo que está bien para vender donuts, pero que está muy lejos de las exigencias que impone un puesto como el que pretende. Claro que los fieles votantes del Psoe, adictos a Antena3, Telecinco, la 1 y cada vez más TV3, tienen suficiente con esto. Muchos de ellos votaron la marca Ciudadanos y ahora, que los ha abandonado el chico Rivera, vuelven al redil. Porque esto de la política, según se mire, se parece cada vez más a una telenovela.
Metafóricamente el señor Illa es asintomático. Hace apenas unas semanas no tenía ni idea de que iba a ser ungido y ahora es capaz de generar “efectos”. Pero tiene que ir con cuidado, no sea que algunos de sus pasmados posibles votantes lean por un casual un informe de “Reporteros Sin Fronteras” (RSF) que dice entre otras cosas: “Una opacidad que no ha permitido investigar los contratos de compra de material sanitario… O la decisión de impedir el acceso de cámaras o micrófonos a hospitales, depósitos de cadáveres, cementerios… Todavía hoy no tenemos cifras oficiales fidedignas sobre el número de muertos causados por la pandemia en España, con una abismal e incomprensible horquilla de datos entre los que proporciona el gobierno central, los autonómicos, los registros civiles y el Instituto Carlos III... Parece como si España hubiera sufrido una catástrofe natural, un “gigantesco accidente de tráfico”, que no nos conmueve más de la cuenta”.
El señor Illa (don Salvador) es ministro de un ministerio vacío de contenido, ya que la mayoría de las competencias (como es lógico) están traspasadas a las comunidades. Por eso no tiene ningún sentido que se haya rodeado de un “comité de expertos” (amigos y conocidos) en un tema que solo puede tratarse sobre el terreno.
Cuando el señor Illa deje el disfraz de ministro (casi sin cartera) y se ponga el de candidato, sabe que podrá contar con el apoyo entusiasta de los nostálgicos del “puente aéreo” (ya muy carrozas) y que las patronales oficiales, con el señor Sánchez Llibre a la cabeza, batallarán a su favor. La Vanguardia, el Periódico y el resto de digitales de la derecha más rancia publicarán sondeos cada vez más explosivos. Yo le recomiendo que no se fie; si no gana, se olvidarán de él. Como ya ocurrió cuando como alcalde de la Roca promovió un urbanismo expansivo, con un campo de golf (Villalba) y una urbanización de lujo entre Cardedeu y la Roca (que la crisis dejó en suspenso), o el plan de “les Hortes”, que pretendía ampliar la capacidad de edificación de una zona, capacidad que no prosperó al ser denegada por la Justicia.
Yo al señor Illa siempre lo he visto como un hombre comedido, de ducha diaria, bien peinado y acicalado. Creo que haría un buen papel al frente de un tanatorio privado, donde atendería solícito a las familias de los fallecidos. Lo del “efecto” mejor que lo dejemos para otro día.
Será que soy un escéptico y un desafecto. Primero fui un desafecto al Régimen y sigo siéndolo. Al señor Illa (don Salvador) lo votarán los “afectos” y algún “dudoso”. De los “desafectos” no lo votará ninguno.