LOS CONDOTIEROS

Focus: Política
Fecha: 05/07/2023

A raíz de los acontecimientos ocurridos en el conflicto de Ucrania y al supuesto golpe de Estado fallido que el grupo Wagner protagonizó en suelo ruso, algunos informadores han acudido a Google y han visto que Maquiavelo ya se había referido críticamente al papel de los mercenarios en la Italia de su época, acudiendo a un texto directo de “El Príncipe”.

Un toque cultural es de agradecer, pero si no se contextualiza y se abre el abanico del análisis, la información – como dije recientemente – resulta aguada y no contribuye al conocimiento.

Maquiavelo escribió sobre la guerra porque en la Europa de los siglos XIV, XV y XVI – y en especial en Italia – los hechos militares adquirieron un gran protagonismo. Y lo hizo no solo en “El Príncipe” sino también en la “Historia de Florencia”, en los “Discursos sobre la primera década de Tito Livio” y sobre todo en “El arte de la guerra”. Y su acercamiento al tema de los
“condotieros” puede resultar ambiguo y controvertido.

Maquiavelo era consciente de que las repúblicas italianas habían iniciado un proceso de mercantilización y que el pueblo, y en particular las clases más favorecidas, habían abandonado sus obligaciones de defender unas naciones incipientes. Para Maquiavelo las obligaciones militares pasaban por delante del resto y es por ello que reprobaba la conducta de sus ciudadanos. Y como alguien tenía que defender a la nación, había que acudir a los condotieros.

Tengamos en cuenta que en italiano “condotta” significa contrato y de ahí que esos ejércitos de mercenarios fueran denominados “condotieros”. Y en aquella coyuntura histórica, esos personajes constituyeron un importante activo en la consolidación de los proyectos nacionales. Y cuando revisamos la obra completa de Maquiavelo podemos comprobar que en ocasiones los critica y en muchas otras los elogia. Los Fabrizio Colonna, Cesar Borgia, Francesco Sforza fueron ciudadanos ilustres sin los cuales las organizaciones militares de la época no se hubieran producido de forma tan eficiente. Creo que si citamos a Maquiavelo deberíamos hacerlo en profundidad.

Y si regresamos al terreno más próximo de los ejércitos de mercenarios, ya hemos visto que los medios se han volcado sobre la vida y andanzas del grupo Wagner, trabajando en la superficie y sin entrar en mayores consideraciones. De hecho les es igual hablar de los chaperos y chaperas mediáticas que pululan en sus corralas televisivas que del señor Yevgueni Prigozhin, cabeza visible de esta empresa paramilitar que ha alcanzado últimamente gran notoriedad.

Pero como ya hemos visto, el tema de contratar mercenarios para que hagan las guerras viene de muy lejos. Los neocon próximos al presidente Bush junior hicieron un update y lo volvieron a introducir aprovechando los conflictos de Irak y Afganistán, y otros de menor cuantía. Últimamente han tomado el relevo los nuevos neocon del presidente Biden (como Blinken y Nuland), lo que explica una buena parte de la implicación norteamericana (desde lejos) en la guerra de Ucrania.

Y dentro del amplio conjunto de empresas paramilitares surgidas en los últimos treinta años, hay que destacar a la empresa Blackwater y a su fundador el señor Erik Prince, la réplica de Prigozhin en Estados Unidos. Los señores Prigozhin y Prince son dos figuras notables con buen pedigrí social. Aunque el primero dé la impresión de que viene de los bajos fondos (con una larga estancia en la cárcel), lo cierto es que procede de una familia de clase media que ha prosperado al amparo de los éxitos económicos de su hijo. El caso de Prince es mucho más espectacular y merece un capítulo aparte.

Erik Prince es hijo de Edgar Prince, un ingeniero y hombre de negocios norteamericano que alcanzó un notable éxito con su empresa de maquinaria para fundición. Luego diversificó con productos manufacturados para el sector del automóvil y llegó a tener varias plantas de fabricación y a ser el mayor empleador del Estado. En los 90 era uno de los hombres más ricos de Michigan. En 1995 murió de un ataque al corazón y la familia decidió vender la empresa, una operación que supuso un ingreso de 1.350 millones de dólares para sus herederos (los cuatro hijos y su viuda).

Al cabo de dos años, Eric compró un terreno de 2.400 hectáreas en North Carolina e instaló la sede central de Blackwater. Su misión de negocio era muy simple: entrenar y apoyar a las organizaciones militares públicas. La empresa ha cambiado varias veces de nombre e incluso de accionistas, pero la figura de Eric Prince siempre ha aparecido, a veces de manera difusa, en todas ellas. Y es que Prince ha marcado las bases de una actividad económica muy peculiar y muy lucrativa.

Prince empezó sus estudios secundarios en la Academia Naval de Estados Unidos, pero al cabo de tres semestres abandonó los estudios. Dijo que le gustaba la marina, pero no la academia. Se graduó en económicas en Hillsdale College y entró como becario en los servicios de la Casa Blanca, siendo presidente George H.W. Bush. Luego estudió en la Officer Candidate School de la United States Navy, lo que le permitió incorporarse al SEAL, institución donde él reconoce se encontró a sus anchas y ayudó a estimular su espíritu emprendedor.

SEAL es el acrónimo de Sea, Air & Land y constituye la principal fuerza de operaciones especiales de la armada de Estados Unidos. Operan por tierra, mar y aire, pero disponen de capacidades especiales para trabajar bajo el agua. Es probablemente la unidad anfibia más cualificada del mundo. Prince actuó en operaciones desarrolladas en el Medio Oriente, Haití y los Balcanes. Dejó la unidad a la muerte de su padre, pero se llevó el espíritu de los SEAL y lo trasladó a Blackwater.

Los primeros encargos vinieron de la CIA, pero pronto se ampliaron gracias a las guerras de Irak y Afganistán. También se incorporaron a su cartera de clientes muchas empresas privadas, como algunos gobiernos estatales americanos ante situaciones complejas, como lo fue el Huracán Katrina. Hubo sucesivas puertas giratorias entre altos mandos de la CIA y posiciones directivas en Blackwater, lo que aseguró el crecimiento de la empresa. Desde 1997 al 2010 los estamentos del gobierno norteamericano pasaron contratos por un valor de 2.000 millones de dólares. Los sucesos del 11 de septiembre del 2001 habían ofrecido grandes oportunidades que Prince aprovechó. En el 2007 la empresa se había abierto al mercado mundial y modificó su nombre: de Blackwater a Blackwater Worldwide. En realidad este movimiento obedecía en parte a que gobiernos de otros países contrataban también sus servicios. En el 2009 volvió a cambiar de nombre por el de Xe Services LLC, después de una reestructuración que daba mayor peso a la logística, al entrenamiento y a los servicios de aviación, en detrimento de la seguridad. Prince dejó de ser consejero delegado y quedó como presidente del consejo de administración. En el 2010 la empresa fue adquirida por USTC Holdings, un consorcio inversor, que decidió de nuevo cambiar el nombre de la sociedad por el de Academi. Prince abandonó la nave que había creado, con enormes plusvalías gracias a la venta de su paquete de acciones. Siguieron los procesos de fusión y adquisición con el protagonismo de Constellis Holdings.

Pero Prince reapareció. En esta ocasión fue en Abu Dhabi y también en los Emiratos Árabes Unidos, a través de una empresa de nueva creación (Reflex Responses). Y lo más llamativo fue su implicación personal en la empresa de capital riesgo Frontier Resource Group, una empresa con sede oficial en las Bermudas, que cotiza en la bolsa de Hong Kong. Esta empresa, cuyo principal accionista es Citic – un conglomerado estatal de la República Popular China – ofrece sus servicios para proteger los intereses de las inversiones chinas en África y al mismo tiempo dispone de campos para entrenar a pilotos militares chinos. Todo esto puede parecer contradictorio, pero no lo es, ya que todos están hermanados por intereses comunes. Un ejemplo fue el contacto que se dio en el 2020 entre Prince y el grupo Wagner, en el que el primero ofreció vigilancia aérea para las operaciones de Wagner en Libia y Mozambique. Prince que se autodefine como “libertario” (un ácrata de derechas),  piensa que una empresa como las suyas no hace más que “solucionar eficientemente lo que no sabe hacer una esclerótica burocracia gubernamental”.

Queda un gran pasivo social de muertes, torturas, asesinatos, chantajes, pero en general las denuncias no prosperan. Y no lo hacen porque la mayoría de los gobiernos prefieren que el trabajo sucio lo hagan otros, aunque a un sobrecoste que siempre va a cargo de los contribuyentes. Los Estados en ocasiones sancionan estas prácticas criminales con penas de cárcel a agentes menores (aunque luego sean indultados, como hizo el presidente Trump con los responsables de las masacres de Irak) y con aparatosas multas, que nunca se sabe si se hacen de verdad efectivas.

Las presiones del departamento de Estado en el proyecto Frontier Resource Group (que hubiera un ciudadano americano dirigiendo proyectos estratégicos del competidor chino) llevó a Eric Prince a dejar su puesto en el consejo, donde había permanecido desde el 2014 al 2021. Pero parece que el sujeto pese a todo no puede controlar su instinto militar “dolarizado”. Recordemos, y puede parecer una anécdota, que cuando se produjo la evacuación de Kabul, una empresa de Prince ofrecía pasajes a 6.500 dólares por persona. Un precio escandaloso a cambio de una vida. Para ellos era la ley del mercado: poca oferta y mucha demanda.

En los dos últimos años ha procurado pasar desapercibido, moviéndose entre su residencia americana y su refugio en Abu Dhabi. Y esto es debido a que un tribunal austríaco tiene abierto un sumario sobre tráfico de armas a Libia en el que Prince está implicado. Este tráfico violaba el embargo establecido por las Naciones Unidas para reducir el conflicto civil larvado, surgido tras el asesinato de Muamar el Gadafi. Al parecer Prince creyó interesante apoyar al líder rebelde Khalifa Haftar a cambio de un sustancioso contrato, pero la operación fracasó en su totalidad y no solo porque las armas no llegaran a buen puerto. Como la mercancía (20 toneladas de explosivos procedentes de Bulgaria) fue interceptada en Austria, han sido los tribunales austríacos los que han tomado la dirección del tema. Junto a Prince se inculpa a un traficante de armas búlgaro, a un “asesor de seguridad” británico y a un piloto sudafricano. Un mix que expresa la multiculturalidad de las empresas paramilitares.

Aunque fueran declarados culpables (con una pena máxima de cinco años) nadie se plantea seriamente que Prince pueda ser extraditado. Es americano, multimillonario, muy bien conectado con la Casa Blanca (su hermana mayor Betsy DeVos fue secretaria de Educación del gobierno Trump y él mismo fue asesor oficioso del presidente para temas militares) y además “sabe muchas cosas”.

Maquiavelo quedaría horrorizado si comparara sus héroes “condotieros” (los Castracani, Borgia, Sforza, Colonna y otros) con estos oscuros y siniestros personajes (llámense Prince, Prigozhin, Utkin, Smith y otros) que hoy lideran los grupos paramilitares privados y que cuentan con la oculta aprobación de unos gobiernos pseudo democráticos. Claro que la Florencia de primeros del XVI (en pleno Renacimiento) no tenía nada que ver con una sociedad  deshumanizada como la actual, en la que el progreso social y político ha dado un paso atrás, quizás definitivamente.

 

 

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QUERIDO PAUL CONVERSACIONES EN EL ESPACIO CUÁNTICO

ALFONS DURAN-PICH
PARCIR EDICIONS SELECTES 
Alf Duran Corner

 

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