ME IMPORTA UN BLEDO

Focus: Política
Fecha: 07/09/2012

Al señor Antonio Basagoiti, presidente del PP en el País Vasco, le importa un bledo la situación de los presos de ETA enfermos. El señor Basagoiti, que nació en Madrid, forma parte de la saga de los Basagoiti, representantes de la burguesía vasca de Neguri, españolistas por tradición, vencedores de la guerra civil, presentes en el mundo restringido de la energía y de la gran banca.

El señor Basagoiti declara que no hay que tener piedad tras las casi mil muertes causadas por ETA, tras el largo período de enfrentamientos armados entre el aparato del Estado y el movimiento independentista.

Una primera observación desde la distancia es que la derecha española nunca ha entendido el fenómeno político de ETA, que derivó en conflicto tras el asesinato del torturador señor Melitón Manzanas, que al frente de la brigada político-social se había dedicado con tesón a la “limpieza” de cualquier indicio de oposición. Luego ETA se enquistó, con la aquiescencia de los gobiernos españoles, que nunca hicieron nada serio para hallar una solución negociada. No sólo esto, sino que se ha creado una feria paralela con asociaciones de víctimas (las de los “buenos”) que incluso marcan políticas y fijan objetivos de actuación. Lo sucedido durante casi medio siglo en el País Vasco fue una guerra civil larvada, y en las guerras siempre hay efectos colaterales, aunque nadie tiene la exclusividad del dolor.

Pero al señor Basagoiti se le debería recordar que tras la guerra civil (1 de abril de 1939) y declarada la “paz de los cementerios”, el equipo ganador (bien representado en la actualidad por el Partido Popular, Unión Progreso y Democracia y otros corpúsculos), continuó vejando, torturando, asesinando y raptando a millares de “rojos peligrosos”. Y no fueron mil los fusilados sin juicio previo. El hispanista Paul Preston calcula la matanza en 180.000. El historiador Santos Juliá lo deja en la mitad. Eduardo de Guzmán dio una estimación de 194.000. Eso sí, fueron fusilados “por la gracia de Dios”. Iñaki Egaña calcula que sólo en el País Vasco fusilaron a 2.500 personas. Un caso llamativo es el de la plaza de toros de Badajoz, donde la máquina de la muerte liquidó a 2.000 (no había todavía hornos crematorios).

Y lo más triste es que toda esta barbarie ha quedado en el olvido y los intentos de recuperar la memoria del pasado han contado con escasos recursos. Aquí no hay asociaciones de víctimas, ni nada por el estilo.

Imagino que al señor Basagoiti y a su gente, todo esto les importa un bledo.

Alf Duran Corner

 

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