METAFORAS
Focus: Sociedad
Fecha: 05/06/2001
Ahora que el fundamentalismo nos invade, tanto el de signo religioso como el de signo político o étnico, tanto el que vocifera en la periferia como el que alardea en el núcleo central, tanto el que se cree en posesión de la verdad revelada como el que pretende redimirnos de todos los males, es bueno acogerse al placer de una metáfora bien construida y mejor sazonada.
Lasse Hallström nos deleita con "Chocolat", una preciosa película que describe una historia simple y compleja a la vez, la historia que enfrenta la vida a la muerte, el placer de los sentidos al gesto oscuro de los mundos cerrados, la virtud de lo auténtico a la perversión de lo falaz.
En "Chocolat" uno pasa del ahogo al respiro, de la hipocresía a la bondad, de la violencia al amor y al compromiso.
La simplicidad del film, que seguro no ha precisado de grandes presupuestos, corrobora la tesis de que la belleza está en las pequeñas cosas, aunque tras ellas se encuentren la tenacidad para defender la causa justa, la voluntad de no arrugarse ante los acontecimientos adversos y el coraje para continuar luchando.
En "Chocolat" hay un homenaje a la vida, a la propia y a la ajena, a la libertad y la ensoñación.
Fuera de su recinto simbólico se halla el coro de los fundamentalistas, aquellos que Adorno describió con la tipología de "personalidad autoritaria", gente convencional, sumisa frente al poder, violenta con los que no se ajustan a sus dictados, de mente rígida y formas severas.
Gente sin imaginación a los que nunca daremos a probar el chocolate con guindillas.
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