MODELOS EMPRESARIALES

Focus: Empresa
Fecha: 30/10/2009

Los gobiernos, las instituciones, los centros universitarios y otros núcleos de poder de similar dimensión, no suelen hilar muy fino cuando conceden galardones a empresarios y ejecutivos calificados como “excelentes”. Sólo falta recordar los honores otorgados en el pasado a personajes como Mario Conde o Javier de la Rosa, o al ínclito Félix Millet en fechas más recientes.

Se diría que carecen de sistemas de filtrado, ignoran la información existente o contribuyen voluntariamente al desconcierto general. Como dijo muy bien el ex-fiscal señor Jiménez Villarejo, “¿cómo puede ser que entre los miembros de la nutrida junta del Palau de la Música Catalana no hubiera nadie que denunciara las tropelías, a cara descubierta, cometidas por el señor Millet a lo largo de tantos años?”. ¿Estaban ciegos o preferían no ver porque les convenía?.

No hace mucho la prestigiosa escuela de negocios Esade, a través de su asociación de antiguos alumnos, concedió el premio Esade al señor Carlos Slim, “por su trayectoria empresarial y compromiso social”. El señor Carlos Slim es un empresario mejicano, considerado por la revista Forbes como uno de los tres hombres más ricos del mundo.

El señor Slim, cuyo patrimonio supera los 60.000 millones de dólares, es el ciudadano privilegiado de un país en el que el 40% de la población vive con dos dólares diarios. Los intereses privados del señor Slim significan el 8% del Producto Interior Bruto de Méjico y el 40% de la capitalización total de la Bolsa de ese país.

Los medios (bien lubricados) gustan de resaltar los méritos excepcionales de estos “capitanes de empresa”, pero apenas indagan en sus fuentes de crecimiento. Si rompemos el cartón piedra de la mitología capitalista, encontramos a un señor Slim, hijo de un rico empresario inmobiliario, que ha crecido al amparo del poder, gracias a sus estrechos vínculos con el Partido Revolucionario Institucional. Cuando en 1982, en plena crisis económica, el presidente López Portillo nacionaliza la banca (en el fondo “nacionalizando pérdidas de la oligarquía”), algunos empresarios se desprenden de grandes empresas, que el señor Slim compra a bajo precio. Una buena parte de esta cartera está formada por empresas cuyo principal cliente es el gobierno.

Más adelante, después de que su buen amigo Carlos Salinas de Gortari es elegido presidente en 1988 y declara la “apertura económica” con el apoyo del Banco Mundial y del FMI, el señor Slim lidera las privatizaciones (comprando a buen precio empresas públicas) y se transforma en el rey Midas mejicano. Entre sus muchos éxitos está el haber obtenido una licencia casi exclusiva de telefonía móvil en todo el territorio.

El señor Slim tiene el mérito de haber sabido apalancarse políticamente para alcanzar sus objetivos, con el asesoramiento de políticos internacionales de reconocida notoriedad como el señor Felipe González y el señor Rudolph Giuliani, pero no sé hasta que punto tiene esto nada que ver con el “compromiso social”.

No es ésta la mejor manera de postular modelos empresariales.
Alf Duran Corner

 

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