MUJERES DE NEW YORK

Focus: Sociedad
Fecha: 09/05/2000

New York siempre me ha fascinado, desde el primer viaje, desde el primer paseo por las anchas aceras de Manhattan, desde el primer sentimiento de pequeñez física ante los enormes y esbeltos edificios que me rodeaban.

Muchos viajes, muchos encuentros, muchas observaciones. Al final, cada uno acaba por diseñar su propia ciudad, aquello por lo que merece la pena regresar una y otra vez.

Y en esta selección personal me quedaría con un paseo transversal por Central Park, desde el edificio Dakota hasta la fachada del hotel Plaza, con una sesión de jazz en el viejo y lustroso Village Vanguard, con una cena con vistas desde el River Café, con un viaje de ida y vuelta en el ferry de Staten Island, con un buen vino blanco en el Oak Room buscando el fantasma de Dorothy Parker y con un café entre libros y lectores en cualquier Barnes & Noble, en especial en el de Union Square.

Pero sobre todo me quedaría con las mujeres de New York, en particular con las que circulan por Manhattan.

Se ven pocos niños, que no sean turistas, en esa zona de la ciudad. En cuanto a los hombres, no tienen ningún interés. Son hombres que los podrías encontrar en las calles de Londres, París o Frankfurt. Nada les distingue de sus coetáneos europeos.

Las mujeres son otra cosa. Las hay de todas las razas, edades, clases sociales, estilos de vida. Pero todas coinciden en el talante, en la asertividad, en pisar fuerte y saberse dueñas del territorio. En ningún otro lugar del mundo ocurre lo propio.

La exquisita dama blanca con guantes de piel en una tórrida primavera se cruza con las poderosas jóvenes negras, de carnes prietas y andares susurrantes. Las ejecutivas, con sus trajes de excelente corte y sus zapatillas de deporte, discuten ante un semáforo junto a dos mujeres orientales de cuerpos pequeños y bien proporcionados. Unas cuantas caminan veloces hacia no se sabe donde. Otras observan interesadas los escaparates de Saks con festivos dibujos del New Yorker.

No es que no miren a los hombres. Es que no los ven.

¿Será que estamos en fase de declive, aunque sea un declive lento y perezoso?.

Alf Duran Corner

 

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