NADIE ME QUIERE

Focus: Sociedad
Fecha: 04/02/2000

En una sociedad que vive de la imagen, que se alimenta de una ración diaria de teleromances reales o virtuales, la política se ve sumida en un juego de pasiones y desencuentros.

Para cobrar protagonismo político hay que tener un cierto sex-appeal, desde cualquiera de los ángulos que el psicoanálisis freudiano pone a nuestra disposición. Valga pues la ortodoxia de la postura del misionero o el amplio repertorio que nos ofrece la imaginación del marqués de Sade.

Es de sobras sabido que la similitud percibida mejora la atracción y ello explica parte del éxito del Sr. Pujol, desde ese estrato sociológico que ha quedado definido como la "Catalunya profunda".

El éxito del Sr. González, que todavía hoy produce ampollas entre los ya decadentes miembros del "sindicato del crimen", es el tirón de su figura y su talante, que para parte de la población votante masculina permitía y permite desencadenar los sutiles mecanismos de proyección ( quien no ha querido ser en algún momento el capitán maravilllas ? ).

Entre la población votante femenina, más proclive a expresar sin recato sus sentimientos, El Sr. González era "Felipe" y como tal susceptible de escuchar con alborozo la imposible petición "quiero un hijo tuyo".

El Sr. Arzallus y el Sr. Anguita han practicado profusamente la reprobación de los que no comparten su ideario, elevando el tono de voz más allá de lo que las buenas costumbres aconsejan. Es un ejercicio sadomasoquista que fideliza a un buen segmento del mercado.

A quien no encontramos espacio en este romance es al Sr. Aznar. Resulta demasiado serio como para creérselo. Produce cierta sensación de desamparo. Quiere presentar hechos, pero no sabe colorearlos con la emoción. Da la impresión de estar ahí, en la política, para cubrir una baja por enfermedad del que ocupa el puesto habitualmente.

Se diría que el bolero ha hecho mella en él. Acabaremos comprendiendo su estribillo " nadie me quiere".
Alf Duran Corner

 

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