NETO PATRIMONIAL
Focus: Política
Fecha: 22/02/2000
La vieja fórmula contable para conocer el valor de una
empresa consiste en hallar la diferencia entre el activo y el
pasivo exigible. Es decir, entre lo que se tiene y lo que se
debe.
Este neto patrimonial evoluciona a través de los años y el
éxito de la buena gestión se pone de manifiesto en el
volumen de su incremento.
Ahora nos toca juzgar la mejora del neto patrimonial de una
sociedad denominada España, s.a., de la que todos somos
accionistas, queramos o no queramos, y a cuyas ampliaciones
de capital acudimos puntualmente a través de nuestros
impuestos como contribuyentes.
¿Hemos cobrado el dividendo que esperábamos? ¿Valen
nuestras acciones mucho más de lo que valían hace cuatro
años?
El cuadro macroeconómico es la base del activo: hemos
crecido en el PIB a una tasa superior a la media europea, el
empleo ha mejorado notablemente, la tasa de inflación,
aunque superior a la prevista, es razonablemente buena, la
demanda interna ha explosionado, el boom bursátil ha hecho
que la mayoría de los inversores hayan obtenido plusvalías
latentes. En definitiva, el activo ha crecido sustancialmente.
Vayamos al pasivo: se ha producido una concentración
empresarial en sectores estratégicos, se han orquestado
privatizaciones interesadas, se han creado nuevos privilegios
de casta, se han fidelizado a grandes grupos empresariales
aprovechando flecos monopolísticos, se han mantenido las
barreras al libre comercio por clientelismo político, se han
endeudado escandalosamente la radio y televisión pública, se
ha aumentado el peso de la Administración central y periférica
en el presupuesto del Estado.
Lo comido por lo servido en el neto patrimonial. Pero la vida
es otra cosa : ¿han mejorado nuestras libertades? ¿Vivimos en
una sociedad más justa, más solidaria, más responsable? ¿Ha
progresado nuestra calidad de vida?
¿Hemos obtenido, en definitiva, los dividendos sociales que
todos esperábamos?
En las próximas elecciones debemos dar sentido a nuestro
voto. Votar en conciencia es la única parcela de libertad que
nos queda.
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