NOSTALGIA DE LA PLAZA DE ORIENTE

Focus: Política
Fecha: 10/10/2014

En el 2015 se cumplirán cuarenta años de la última gran manifestación de millares de fascistas en la madrileña plaza de Oriente, para solidarizarse con el “Caudillo”, repudiado por los medios internacionales por las últimas ejecuciones capitales llevadas a cabo por su gobierno.

El entonces jefe del gobierno (señor Arias Navarro) había convocado a sus fieles a través de un mensaje televisado, en el que entre otras cosas dijo: “ no sabemos que nos produce más estupor: si la violencia vesánica de los agitadores..., o la culpable irresponsabilidad de los responsables de los Gobiernos y de los medios informativos que la secundan.”

En la plaza de Oriente, llena a rebosar, el dictador apareció, con sus gafas oscuras y su avanzado Parkinson, y declaró:

“Españoles: Gracias por vuestra viril adhesión y por esta serena y digna manifestación pública que me ofrecéis... Todo obedece a una conspiración masónica e izquierdista en la clase política, en contubernio con la subversión comunista en lo social, que si a nosotros nos honra, a ellos les envilece”.

Ellos estaban acostumbrados a hacer lo que les daba la gana y no comprendían la reacción de los observadores exteriores. Este “hacer lo que les da la gana” viene de muy lejos en la cultura autoritaria de los monarcas castellanos, de sus válidos, de sus cortes y de sus bufones.

Es por ello que ahora, bajo la pátina pseudodemocrática de una constitución cocinada en 1978 por los militares del Régimen, quedan desconcertados ante las críticas recibidas desde un amplio abanico ideológico de medios independientes internacionales, por su empeño en impedir que los ciudadanos catalanes ejerzan su derecho a decidir.

Y es que la descarga ha sido espectacular. Han disparado desde todos los flancos, incluso desde un supuesto fuego amigo. Veamos algunos ejemplos:

“Harvard Political Review” (USA). “Resulta claro que el movimiento secesionista, que se ha ido construyendo en el nordeste de España a lo largo del tiempo, ha llegado a su punto de ebullición. El principal fundamento de la democracia liberal es el derecho de los ciudadanos a abandonar a un gobierno que no sirve a sus intereses y construir otro más eficaz. Tanto si deciden permanecer o abandonar España, los catalanes deben como mínimo tener el derecho a decidir su propio destino”.

“La Jornada” (Mexico). “El gobierno de Madrid ha puesto en evidencia el carácter antidemocrático de la Constitución vigente y del Estado español, y ha contrastado la intolerancia y la cerrazón propias con la muestra de civismo brindada hace unos días en Escocia, donde la sociedad pudo recurrir a las urnas sin cortapisas, para decidir en ellas su independencia o su permanencia en el Reino Unido. La Moncloa exhibió su rostro autocrático y contrario a los derechos colectivos básicos, como es el de los pueblos a la autodeterminación, y se colocó ante el repudio de una de las nacionalidades más dinámicas y sólidas de la península ibérica”.

“El Clarín” (Chile). “Así, el establishment ha demostrado, además de una carencia de afecto asociativo a los catalanes, una total ausencia de lógica democrática para afrontar el tema. La insistencia en argüir que se violaría la Constitución española con un referéndum constituye una penosa falacia. Primero, porque es del ABC del derecho contemporáneo que el derecho internacional – particularmente en el caso de los derechos humanos – prima sobre el interno. Segundo, porque obviamente la Constitución puede modificarse si hay voluntad política para ello. Y, tercero, porque constituye un absurdo en un sistema democrático utilizar un pretexto legal para mantener a un pueblo sin derecho a decidir su futuro”.

“New York Times” (USA). “Hay una lección del referéndum escocés para los catalanes y para los españoles. Es una lección para la gente que en cualquier lugar desee tener un estado propio y para los que temen este deseo: permitir una secesión no tiene que conducirnos a luchas atávicas y primitivas, y a un derramamiento de sangre; es permitir que más seres humanos diseñen su propio futuro – elegir permanecer o marcharse, pero elegir por sí mismos, no como minorías sino como personas”.

“Los Angeles Times”. (USA). “El referéndum de Escocia será recordado como un gran momento en la historia europea. No porque los escoceses decidieran contra la independencia, sino porque los escoceses decidieron por sí mismos, de una forma democrática y transparente. Los catalanes – y la tradición democrática y liberal de Occidente – no merecen menos”.

“Bloomberg”. (USA). “Rajoy debería ir a Catalunya y reconocer, en persona, los errores que su partido ha cometido....Rajoy debería abrir una reforma constitucional que descentralizara el poder e incluyera un procedimiento que permitiera a las regiones votar la secesión... La secesión de Catalunya sería más traumática para España que la de Escocia podría haber sido para el Reino Unido”.

Ahora ya no pueden enviar los tanques (entre otras razones porque no los han pagado), y saben que están intervenidos económicamente por la Unión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo.

Su única opción es organizar una gran manifestación en la plaza de Oriente contra los catalanes y su derecho a decidir. Contarán con el apoyo de los medios de comunicación españoles (no hay fisuras en la defensa de la sacrosanta “unidad de España”) y el pueblo de Madrid y aledaños se volcará. Llevan siglos siendo alimentados por la catalanofobia y sólo una minoría ha conseguido desinfectarse. Además, el recuerdo de la plaza de Oriente “los pone”. Es algo visceral que debería ser estudiado en el campo de la sociopatía académica.

Ya veo la fila uno con Rajoy y Sánchez dándose la mano, junto a Cospedal, Chacón, Bono, Aguirre, Rubalcaba, Sáenz de Santamaría, Leguina, Aznar, Navarro, Wert, Zapatero, García Margallo, Guerra, Sánchez Camacho, González, Torres Dulce, Rodríguez Ibarra, Ruiz Gallardón y una larga procesión de paniaguados. También veo, más atrás y dando codazos, a Ribera, Diez, Mejías, Cañas, Cantó y un nutrido grupo de trepadores. Al fin y al cabo, muchos de sus padres y abuelos estuvieron allí (en presencia o en espíritu) hace cuarenta años.

Están henchidos de nostalgia. ¡ Qué bonito era aquello, con la España de siempre “ una, grande y libre” !

Alf Duran Corner

 

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