OFICIOS CURIOSOS
Focus: Política
Fecha: 06/10/2003
En nuestra primera adolescencia, cuando despertábamos a la pubertad en una miserable sociedad fascista, el dictador, en un acto más de su grosera hipocresía, decidió clausurar las casas de lenocinio, que el pueblo llano conocía como “casas de mala vida”.
Lo de “mala vida” era un eufemismo para describir los placeres ocultos de una sociedad pacata.
Los templos del placer se transformaron en hoteles por horas, pero el ritual previo cambió sustancialmente.
El proceso de seducción se hacía en los bares o en la calle y los controles higiénicos pasaron a mejor vida.
Pero nuestros compañeros más veteranos hicieron de narradores interesados, describiendo protocolos y roles para nosotros desconocidos.
En las antiguas “casas de lenocinio” existían figuras arquetípicas que la imaginación popular destacaba sobre el resto. Una de ellas era la “madame”. La otra el “palanganero”.
La “madame” era una prostituta retirada que había hecho su agosto y cumplía un papel multifuncional, en parte protectora, en parte corruptora y en parte explotadora.
El “palanganero” procuraba servicios de higiene personal, para los que iba provisto de una palangana y de una toalla. Habitualmente era un perdedor que malvivía de las propinas del cliente.
El oficio ha desaparecido, aunque todo vuelve a sus orígenes y hoy aparece la sumisión de antaño en los aledaños del poder.
La plutocracia tiene sus propios palanganeros, en realidad virtual. La diferencia respecto a sus predecesores es que no se ven abocados a ello desde la marginalidad sino que ocupan el puesto en plenitud de funciones, orgullosos de su servilismo. Y esta diferencia es crucial.
Richard Brooks dirigió un interesante western titulado “Los profesionales”. Hacia el final de la película se entabla un afilado diálogo entre uno de ellos (Lee Marvin) y el potentado que les ha encargado una sucia operación fallida. En él el potentado recrimina al profesional su actuación con estas palabras: “Es usted un bastardo”. A lo que el primero contesta: “Sí señor. Pero en mi caso es un accidente de nacimiento. Usted se ha hecho a sí mismo”.
Metáforas. Simples metáforas.
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