PAROLE, PAROLE, PAROLE

Focus: Política
Fecha: 27/09/2022

Así cantaba Mina en los setenta del siglo pasado, para rematar el mensaje con las palabras “soltanto parole”, es decir, simplemente palabras.

El resultado de las elecciones generales en Italia ha confirmado –y es un caso poco corriente–  lo que los sondeos previos anunciaban: la líder del partido Hermanos de Italia (Giorgia Meloni) ha obtenido el 26% de los votos (7.300.000), lo que le permitirá alcanzar el puesto de Jefe de gobierno, con el seguro apoyo de dos partidos próximos a su propuesta ideológica: la Liga (que encabeza Matteo Salvini) y Forza Italia (el vehículo inversor de Silvio Berlusconi).

Y los medios convencionales se han echado las manos a la cabeza, ante el riesgo que supone que la tercera economía europea esté gobernada por un partido de extrema derecha.

Han de tranquilizarse. No pasa ni pasará nada. Meloni sabe muy bien que los “mercados” no le van a permitir veleidades que afecten a sus intereses. Dejarán que ella siga con su discurso populista, integrista y reaccionario que ha tenido buena acogida entre el pueblo italiano, un pueblo teóricamente culto y democrático, curtido políticamente, que con la volatilidad de su voto (ahora a la izquierda, ahora a la derecha, y mañana a la que sea) pone de manifiesto su nula capacidad de análisis. Tenía razón Shakespeare cuando decía que “la vida es un cuento narrado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que nada significa”.

Al fin y al cabo los electores están a la altura de sus políticos. Los ciudadanos descendientes del Renacimiento, del Humanismo, de las florecientes repúblicas del Medievo, se sienten cómodos con los mensajes de la señora Meloni, que declara ser “mujer, italiana y cristiana” y que descarga sus traumas infantiles con su propósito de “luchar contra los lobbies LGBT”, que defiende “la familia natural” (que para ella es “un papá y una mamá”) y que pondrá todas las limitaciones que pueda (y ya son muchas) para que las mujeres mantengan su derecho al aborto. Todo esto podrá afectar directamente a una parte de la sociedad, pero a los tenedores de los bonos de la Deuda Pública italiana esta faceta de la señora Meloni les importa muy poco. Tampoco les preocupa excesivamente que para ella Benito Mussolini fuera “un buen político” ni que ponga el acento en cerrar las fronteras para “proteger a Italia de la islamización”.

Porque la señora Meloni, por muy incendiaria que parezca, es una simple empleada del poder económico y, si quiere mantenerse en el puesto, tendrá que ajustarse al guion. Y el guion es declararse atlantista (aceptar la tutoría del gobierno de Estados Unidos), someterse a los dictados de la Comisión Europea (que controla el grifo de los 200.000 millones de euros para ayudar a reactivar una economía de bajo rendimiento), apoyar militarmente a Zelenski y seguir el coro de las sanciones a Rusia.

La señora Meloni es una “influencer” con suerte, que ha sabido conectar con los programas rosa de los medios a través de su propia biografía. Suelta obviedades como el que reparte caramelos, como lo hacía en España el desaparecido Albert Rivera o la fugaz Inés Arrimada, que también veremos pronto desaparecer. La señora Meloni pertenece a un mundo de chaperos mediáticos, que vuelcan sus intimidades en Instagram y poca cosa más. Pronto se olvidará de su euroescepticismo.

La clave de todo ello, como siempre, está en las variables económicas. Con un PIB de 1,8 billones de euros y un PIB per cápita de 30.200 euros, Italia arrastra una Deuda de 2,7 billones de euros (un 150% de su PIB). Con unos intereses al alza, el servicio de la deuda tomará cada vez más una porción importante de los Presupuestos Generales del Estado. Sabe muy bien el gobierno (ese gobierno y todos los gobiernos europeos) que el pago de los intereses es factor prioritario en sus obligaciones, por encima de las partidas sociales por muy necesarias que éstas sean. Italia paga anualmente unos 60.000 millones de euros de intereses (un 3,5% de su PIB).

Si la Meloni “se portara mal” y los bonistas empezaran a volcar sus papeles en el mercado secundario, el país quebraría y a ella no le serviría de nada ser “mujer, italiana y cristiana”.

“Soltanto parole” que cantaba Mina.

 

 

 

Alf Duran Corner

 

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