PASAR A LA ACCIÓN

Focus: Economía
Fecha: 25/09/2009

Hace ya mucho tiempo que los economistas críticos cuestionan el indicador por excelencia del nivel de vida de un país (el PIB per capita), pero sus argumentos han quedado en saco roto y se han diluido en el ámbito académico.

En otro lugar hemos dejado escrito:

El PIB nació en la segunda guerra mundial para medir la capacidad de producción en tiempos de guerra. Pero nadie ha justificado científicamente que sea un indicador de progreso y bienestar. El PIB suma todos los agregados menores, sin tener en cuenta que algunos suponen un contravalor y como tales deberían sustraerse. Por ejemplo, la industria química aporta un valor añadido y la industria para reducir la contaminación producida por la industria química, otro valor añadido. La industria militar, el sector de la seguridad, el sector de la sanidad (que tratan de prevenir o subsanar los problemas que la propia sociedad genera), son también contribuyentes netos al valor añadido.

Ahora por fin, un líder político (Nicolás Sarkozy) se ha hecho eco de las debilidades del criterio de medida y ha hecho públicos los resultados de un trabajo de investigación llevado a cabo por un equipo de científicos sociales, entre los que se incluyen cinco premios Nobel de economía. Sus conclusiones son terminantes: la producción es un indicador grosero. Hay que concentrarse en las rentas familiares, el consumo y la calidad de vida.

Ya sabíamos de antaño que renta y calidad de vida no van parejas a partir de cierto nivel de ingresos. Es por ello que se ha puesto especial énfasis en analizar esta paradoja.

El paso siguiente es llegar a un acuerdo global sobre el nuevo indicador y esto va a ser más lento de lo deseable.

Pero en cualquier caso, el hiperactivo señor Sarkozy ha demostrado una vez más que sabe conectar con las nuevas sensibilidades y no se conforma con los estereotipos dominantes.

Quien quiera ahondar en el tema, puede consultar la web www.stiglitz-sen-fitoussi.fr.

Alf Duran Corner

 

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