QUE PODERIO
Focus: Sociedad
Fecha: 06/09/2002
Tras una corta y plácida inmersión en el luteranismo ascético de los países bálticos, me encuentro, a mi regreso, con la pompa y el boato tan presentes en la cultura nacional.
En este caso, un episodio irrelevante (la boda de la hija de un contribuyente) se ha transformado en un tema de Estado, con desfile de personajes y personajillos, representantes institucionales, periodistas de la nómina de la Moncloa, famosos y militantes del partido popular.
El Sr. Aznar López tiene perfecto derecho a celebrar la boda de su hija, pero no debe confundir un tema privado en un espectáculo público, al que sólo falta pergeñar un guión simplista para convertirlo en un programa de las noches del sábado, de la inefable Televisión Española.
En ocasiones la ausencia cuenta más que la presencia. Lo que podría ser considerado como una medida discriminatoria (no haber sido invitado al evento), se transforma en un factor de higiene política y social.
En cualquier caso, hay que reconocer el fuste de algunos de los presentes, como los cantantes Raphael y Julio Iglesias, los periodistas “rotacionales” (que pasan de las poltronas públicas a las privadas con singular descaro) Ansón, Ramírez, González Ferrari, Sáenz de Buruaga, Sánchez, el exseleccionador de fútbol Camacho, las exministras Villalobos y Tocino y un largo etcétera representando a lo más genuino de la España cañí.
Lo más parecido a este acontecimiento social fue la boda de Carmencita Franco con el marqués de Villaverde.
Qué agobio. Me voy de nuevo para el norte.
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