¿QUÈ VOLEN AQUESTA GENT...?

Focus: Política
Fecha: 06/06/2011

Cuando la mayoría de la gente seguía con fruición los retóricos y repetitivos concursos de la televisión del Régimen y sus alianzas horteras con Eurovisión (“three points, four points….), una minoría batía el cobre y luchaba sin éxito contra las cloacas del franquismo.

En enero del 69 (parece que hace mil años), un estudiante madrileño (Enrique Ruano) fue defenestrado desde un piso al que lo había llevado la policía, tras someterlo a una serie de torturas. La versión oficial fue que pretendía escapar y cayó, lo que produjo su muerte. Pero el análisis forense del cuerpo puso de manifiesto, una vez más, las prácticas terroristas del Estado.

Lluís Serrahima escribió la letra y María del Mar Bonet le puso la música a una bella canción, que empezaba así: “¿Què volen aquesta gent que truquen de matinada?” y terminaba “De matinada han trucat, la llei una hora assenyala. Ara l’estudiant és mort, és mort d’un truc a trenc d’alba”. Fue la respuesta inmediata de los resistentes catalanes. Hubo mucha solidaridad, necesaria en aquellos momentos difíciles. Siguió la represión, con más detenciones y más torturas. Estábamos indignados, pero nadie nos escuchaba.

Después de cuarenta años, con esa democracia de mínimos que nos ha tocado vivir, un heterogéneo grupo de personas, que se autocalifican como “indignados”, se han reunido en algunas plazas públicas españolas para manifestar su protesta antisistema. Todo ha sido muy confuso y quizás conviene decodificar:

1. Ahora los “indignados” gozan de un “seguro a todo riesgo”. Nadie los va a torturar ni a masacrar. Un grupo de viejos rockeros les abrieron el camino.

2. No basta con ser “antisistema”. Es un concepto demasiado abstracto. Hay que precisar y proponer alternativas.

3. La “democracia directa” tiene sentido si se delimita su ámbito de actuación. De no ser así, es puro folklore.

4. Asentarse de forma permanente en un espacio público (que es de todos los ciudadanos) es secuestrar los derechos y libertades de los demás. Hay que leer a Kant y su concepto del imperativo categórico.

5. Estas acampadas, a medida que transcurren los días, se están convirtiendo en parques temáticos. Ya tenemos suficiente con Port Aventura.

6. En España y también en Catalunya se practica el “buenismo”, lo que lleva a olvidar las obligaciones y a exigir todos los derechos. Una sociedad normal es aquella que es capaz de mantener el equilibrio entre lo uno y lo otro.

7. “Indignarse” y creer que uno tiene la patente de la indignación no es ser de izquierdas, ni estar en contra de las acampadas es ser de derechas. El príncipe Kropotkin, un símbolo histórico del pensamiento anarquista, hubiera estado en su salsa en la plaza de Catalunya. A su compatriota Vladimir Lenin no le hubiera gustado nada ese “espontaneísmo revolucionario”. El primero era un teórico, el segundo un hombre de acción.

8. Los medios viven de explotar los acontecimientos. Aquí han visto una mina y tratan de sacarle partido. Les prestarán atención mientras las audiencias crezcan. Luego los abandonarán.

9. En el batiburrillo de la “fiesta” hay mucho esoterismo, cierta ingenuidad y una gestión del tiempo ineficiente.

10. La evidencia empírica demuestra que los movimientos de naturaleza asamblearia no conducen a ninguna parte. Cuando a raíz del Plan Bolonia, se “ocupó” la universidad de Barcelona, Jordi Llovet, que fue testigo presencial, dejó escrito: “El problema no va ser que ningú no representés ningú, sinó que l’assemblea, a causa d’aquesta oposició frontal a tota delegació de funcions, acabés no representant-se ni a si mateixa: una colla de persones que parlen totes en nom de la sobirania comunal és una cosa possiblement molt democràtica i lloable, però que acaba convertint-se en un guirigall, en una estridència en què resulta del tot impossible discernir-hi cap idea”.

La situación del mundo exige una reflexión teórica en profundidad por parte de aquellos que, en principio, disponen de capacidades y recursos intelectuales para hacerlo. Lo demás son simples fuegos de artificio.

Alf Duran Corner

 

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