REPÚBLICA BANANERA

Focus: Política
Fecha: 22/11/2013

Se decía de aquel tipo de país políticamente inestable, que había cedido la soberanía a una potencia o a un conglomerado extranjeros, en el que la corrupción estaba presente en todas las áreas del poder, que económicamente dependía de un monocultivo o de un monoproducto y que presentaba importantes lagunas democráticas.

El Estado Español es políticamente inestable, porque tras cuarenta años de dictadura entró en la democracia por la puerta de atrás, con una constitución escrita al dictado de la oligarquía franquista. Por eso la transición fue una estafa que sirvió como coartada para tapar las miserias de unos y la cobardía de otros. Es políticamente inestable porque su entramado administrativo (la España de las autonomías) fue un invento para ahogar los derechos legítimos de catalanes y vascos, y ese invento no ha hecho más que reestablecer la España caciquil del siglo XIX. Es políticamente inestable porque insiste en la centralización del poder (la megalomanía de la villa y corte), cuando buena parte de ese poder se escapa hacia instancias mayores (la OTAN, la UE, el BCE, etc.) y la otra parte se orienta lógicamente a instancias más próximas (los pueblos y las ciudades).

El Estado Español es económicamente frágil porque no ha sabido cumplir su papel de inductor del progreso económico, endeudándose más de lo conveniente y asignando los recursos a actividades no productivas (como la red del AVE), multiplicando la burocracia, confundiendo la cohesión interterritorial con el reparto de prebendas y olvidando las necesidades de una política industrial. El Estado Español es un Estado deudor que con su malversación ha hipotecado la vida de muchas generaciones.

El Estado Español es un Estado corrupto, no sólo por la multitud de episodios que han aflorado y continúan aflorando en todos los sectores económicos y en todos los territorios, sino porque sus principales protagonistas tienen vínculos directos con los responsables de los dos partidos políticos dominantes. Es corrupto porque, en último término, todo acaba prescribiendo, y nunca pasa nada. Es corrupto porque no existe separación de poderes, y el ejecutivo, el legislativo y el judicial actúan como un “totum revolutum”.

El Estado Español es antidemocrático porque su poder institucional se niega a reconocer el derecho de los pueblos a elegir su propio destino (en este caso el derecho de los ciudadanos de Catalunya), y se aferra a unas leyes redactadas expresamente para evitar el ejercicio de ese derecho.

Si a todo esto añadimos el papel trágico-cómico de personajes como los señores Rajoy, Wert, Aznar, Montoro, García Margallo, Guerra, Bono, Navarro y de las señoras de Cospedal, Sáenz de Santamaría, Sánchez Camacho, Aguirre y un largo etcétera de monaguillos y siervas, concluiremos que este Estado es una mala copia de una república bananera.

O una buena muestra de una monarquía bananera.

Alf Duran Corner

 

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