Focus: Política
Fecha: 03/08/2021
Me había prometido tomarme un respiro, pero esta mañana al despertar, desde mi refugio “in the middle of nowhere”, he visto en el horizonte cercano unas señales de humo, a las que creo debo responder.
Los indígenas norteamericanos (que los blancos invasores etiquetaron como “indios” por una errónea ubicación geográfica), utilizaban el humo de sus hogueras como una de sus principales formas de comunicación.
Entre los ciudadanos que buscaban fortuna en el oeste destacaban los exploradores, personajes que acompañaban a las caravanas en sus desplazamientos y les orientaban en la ruta a seguir. Algunos eran indios que habían dejado sus tribus, aunque la mayoría eran blancos que llevaba tiempo en el territorio, hablaban su lengua, conocían las costumbres indígenas y sabían interpretar sus señales. Y la interpretación de las del humo eran fundamentales.
Ahora los “indios” solo salen en las viejas y queridas películas en blanco y negro, cuando el cine valía la pena y los directores eran reputados profesionales y no provocadores digitales.
Pero siguen existiendo señales que nos avisan, nos orientan, nos permiten valorar lo que se avizora. En el mundo económico-empresarial privado, por ejemplo, cualquier ejecutivo con años de oficio sabe si la reunión prevista con clientes, proveedores o bancos va a resultar provechosa. Y las señales explicativas quedan manifiestas cuando se conoce el perfil de quienes van a acudir a la cita. Así a priori podremos seleccionar al equipo idóneo y estaremos en condiciones de vaticinar el resultado del encuentro.
La denominada “Comisión bilateral” que ha reunido a los representantes de los gobiernos central y catalán ha sido un espectáculo deprimente. Nos dicen que la Generalitat llevaba un cartapacio de temas pendientes, temas que llevan años sin solucionarse, sin que nadie se avergüence de ello. El solo hecho de sentarse con unos personajes que acuden a la reunión a tomar el té y poco más, es ya penoso, por no decir patético. El govern podría haber enviado a algunos administrativos sobrantes del grupo de becarios (que los hay) y se habría cumplido el papelón.
No lo han hecho y han enviado al Vicepresident del Govern señor Puigneró y al conseller Giró, dos rara avis en la burocracia catalana, ya que los dos tienen una notable experiencia en la empresa privada. Iban acompañados de la señora Vilagrà. El señor Puigneró habrá aguantado el palo, pues seguro que él sí supo interpretar previamente las señales de humo. Y lo ha hecho también porque en un regate corto (al margen de la bilateral) ha pactado un acuerdo sobre la ampliación del aeropuerto del Prat, ajustado a los intereses de AENA. Podemos imaginar esos intereses si tenemos en cuenta que su consejo de administración lo forman, además de la cuota oficial de técnicos superiores del Estado, personajes tan interesantes como el señor Durán Lleida, el señor Hereu y el señor Lucena (que ocupa la presidencia), todos ellos expertos en el sector aeronáutico. Poco cabe esperar de las decisiones de un cementerio de elefantes politizado.
El señor Giró, siempre tan comedido, probablemente también interpretó las señales, pero su credo espiritual le exigía obediencia y respeto. En este caso las señales eran el perfil bajo de las miembros clave del equipo central, señora Rodríguez (como ministra recién nombrada de Política Territorial) y tres secretarías de Estado (las señoras Isabel Pardo y Carmen Artigas y el señor Rafael Simancas), las dos primeras surgidas del mercado de las oposiciones y el segundo un “pata negra” del PSOE de toda la vida. Es evidente que este equipo de interlocutores no va a tomar nunca ninguna decisión y de lo que se trata es de “fer bullir l’olla”.
Que la señora Vilagrà, el tercer componente del govern que ha asistido a la “bilateral”, diga ahora que los resultados de la reunión han sido insuficientes, resulta preocupante. ¿O es que no sabían con quién se jugaban los cuartos? Lo de las becas es calderilla y la partida correspondiente a la famosa “disposición adicional tercera del Estatut” es ridícula: deben 600 millones y pagarán, a plazos, doscientos millones, si es que los pagan. Eso sí, seguirán creando comisiones para tratar temas diversos, como el traspaso íntegro de Rodalíes (que siempre bloquearán), lo del ingreso mínimo vital (IMV), la ley catalana de alquileres, la inversión en infraestructuras y un largo etcétera hasta 56 temas pendientes. Es de sobras conocido que el rendimiento de los comités es muy bajo. Será por eso que la empresa privada exitosa los limita al máximo. Claro que la burocracia camina por otra acera.
Lo que también resulta interesante de esta “performance” son las declaraciones de la ministra, que se felicita de los “avances” y de lo fructífera que ha resultado la reunión. Es la misma que hace unos días manifestó que los independentistas catalanes deberían haber aprendido la lección (se entiende que se refiere a la “lección de la porra”).
Pero no olvidemos nuestras señales de humo, porque esa chica (y lo digo cariñosamente) promete. Isabel Rodríguez García es hija de Abenójar, un pueblo de Ciudad Real. Se licenció en Derecho en la universidad de Castilla-La Mancha y ese mismo año (2004) ya era senadora (vaya carrerón). Eso sí, con el carnet del PSOE siempre a mano. Dentro del partido y en las más recientes primarias fue “susanista”, lo que no deja de llamar la atención teniendo en cuenta el elevado nivel intelectual y político de la señora Susana Díaz. Pero también ha formado parte de los cuadros más próximos a Emiliano García-Page, presidente de la Comunidad, un tipo muy simpático, radicalmente contrario a los indultos a los presos políticos catalanes, que dijo, entre otras lindezas: “Que se metan el indulto por donde les quepa” y “Que el indulto es una figura de gracia que no le hace ninguna gracia”. Antes ya había avisado que “No vamos a tolerar que detrás de las palabras, y menos aún de una tan hermosa como nación, se puedan esconder privilegios o más derechos”.
En esas fuentes ha bebido la ministra de Política Territorial. Rodríguez García ha ido escalando posiciones hasta alcanzar la alcaldía de Puertollano, una población en la que Franco montó un complejo industrial para explotar las pizarras bituminosas, que supuso un fracaso rotundo y unas enormes pérdidas acumuladas, siempre ocultadas. Luego, tras la privatización de Enpetrol, Repsol fue transformando la planta, que hoy es la principal fuente de actividad económica de la zona.
Ahora ya sabemos para qué sirve la “Comisión bilateral” y que podemos esperar de ella. Sigamos de cerca las señales de humo si no queremos que nos traten de gilipollas.