¿SOBERANÍA POPULAR?
Focus: Política
Fecha: 08/06/2012
El señor Mariano Rajoy, registrador de la propiedad a tiempo parcial, que en sus horas libres ejerce de presidente del gobierno del Estado Español, hace como que se indigna cuando se cuestiona la soberanía de la nación. El señor Rajoy es consciente de que todo es puro teatro, pero él se ajusta al guión, como lo hicieron sus antecesores.
Una primera observación es que el concepto de “soberanía popular” es un oxímoron, una contradicción en términos. La soberanía no ha residido nunca en el pueblo, como pretendían los redactores de la constitución francesa de 1793. La soberanía pasó del soberano a las élites burguesas o a los residuos de la aristocracia, que se disfrazaron de demócratas cuando así les convino. Soberanía y poder forman un tándem perfecto. El hecho de que los ciudadanos voten cada cuatro años -como podrían acudir a una fiesta campera– no tiene nada que ver con la soberanía.
Pero la globalización y la potenciación de unas élites transversales y cosmopolitas han producido una ruptura con el modelo anterior. Los Estados – Nación que se consolidaron en la Europa del siglo XVIII, con sus pesadas burocracias de corte imperial, son estados decadentes con escaso poder de decisión.
El señor Rajoy y sus correligionarios han de someterse a instancias superiores que les dictan lo que hay que hacer. No sólo la política monetaria está en otras manos, sino también la fiscal y la presupuestaria, por no hablar de la de defensa (OTAN) o de la de exterior. El vocinglero parlamento español es una corrala para divertimento propio. El discurso y la escenografía son antiguos. Si se fueran todos a casa no pasaría absolutamente nada.
A estas alturas, preocuparse por la “soberanía popular” es una memez. Se entiende que la mesocracia castellana se rebele porque les dejan sin trabajo. Tampoco es muy preocupante porque de hecho su aportación a la sociedad ha sido históricamente menos que cero.
Por favor, no hagan más el ridículo.
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