SOBRE EL TAMAÑO DE UN PAÍS
Focus: Política
Fecha: 05/07/2013
Con la frivolidad a la que nos tiene acostumbrados, el señor Rajoy pasó por la reunión del Cercle d’Economia y declaró – en una clara alusión a Catalunya y a su voluntad de independencia – que “los países pequeños no cuentan nada”. A los pocos días, el señor Lucena, representante del PSOE en Catalunya, confirmó la opinión de su colega, remarcando su evidencia.
Al señor Rajoy se le pueden perdonar sus continuas estupideces verbales (no así, las que se transforman en acciones políticas), porque ya sabemos que el preferiría estar jugando al mus que presidir el gobierno. Y el pobre, no dimensiona bien las variables económicas y sociales. Al señor Lucena, que estudió economía y ha actuado como analista y asesor en estos temas (aunque nunca como ejecutivo y arriesgando su propio dinero), se le debe exigir más rigor, aunque sea por razones de higiene mental.
Lo primero que hay que señalar es que “lo de contar más o menos” no significa absolutamente nada. El bueno de George E. Moore, uno de los grandes filósofos analíticos de la historia, les hubiera planteado la pregunta crítica: “¿Qué quieren decir exactamente cuando dicen
no cuentan ?”. ¿Cómo se dimensiona esta variable?
Claro que no les podemos pedir a unos señores que han hecho de la política una profesión bien remunerada y que viven haciendo declaraciones de forma continua, que se centren y precisen. Si lo hiciéramos, nos daríamos cuenta de que sus lagunas son mayúsculas.
A lo más a lo que podemos llegar es a comprender que cuando hablan de un país, están pensando en ellos mismos y en su cuota de poder. Pero, ¿qué tiene que ver esto con la calidad de vida de la ciudadanía? Su análisis, humanamente comprensible, parte de un doble error de concepto: creen que España es “big” (grande en población, territorio, etc.) y “great” (grande en importancia, excepcionalidad). Y ni lo uno, ni lo otro.
Si dejamos la subjetividad a un lado y nos limitamos a criterios objetivos, cabe analizar cuáles son aquellos países que destacan del resto por su competitividad, medida en prestaciones económicas, eficiencia de la administración pública, infraestructuras y eficiencia empresarial. En su conjunto se revisan 333 atributos. Es por ello que debemos acudir a los resultados que ofrece el IMD (International Institute for Management Development) desde 1989. El ranking del 2013 no varía mucho respecto a años anteriores. Veamos los quince países que lo lideran. Son, por este orden, Estados Unidos, Suiza, Hong-Kong, Suecia, Singapur, Noruega, Canadá, Alemania, Qatar, Taiwán, Dinamarca, Luxemburgo, Holanda, Malasia y Australia.
Si nos atenemos al criterio poblacional (big), sólo hay dos países con mayor población que el Estado Español (47,3 millones de habitantes), que son Estados Unidos (316) y Alemania (80). Entre 20 y 40 se hallan Canadá, Malasia, Taiwán y Australia. Entre 10 y 20, Holanda. Entre 5 y 10, Suiza, Hong-Kong, Suecia, Singapur, Noruega y Dinamarca (en este grupo estaría Catalunya – 7,5). Por debajo de 5 están Qatar (2 millones) y Luxemburgo (500.000).
Volviendo a si “cuentas más o menos”, de nada sirve que “cuentes mucho” si luego no se traduce en prestaciones concretas que lleguen al ciudadano. De los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (aceptemos que tienen mucho poder), sólo Estados Unidos destaca en el ranking del IMD. Quizás el señor Putin tendrá mucho poder, pero ¿de que les sirve a los 142 millones de rusos el poder del señor Putin?
Un segundo nivel de análisis, al que no se presta suficiente atención, es ver que tienen en común los dos países “grandes” del grupo: Estados Unidos y Alemania. Pues que tienen las mismas estructuras de Estado: son países federales (reparto de poderes equilibrado entre los estados y el poder central). Por contra, no es de extrañar que los “grandes” Estados centralistas de la Unión Europea (Francia, Italia) ocupen los puestos 28 Y 44. Y que el Estado Español se halle en el 45. Se apunta una hipótesis: a mayor centralidad, menor competitividad.
Para profundizar en esta hipótesis, hay que recordar dos cosas. La primera es que las estructuras de Estado de esos países “perdedores” son muy pesadas y muy caras. Se ajustan al modelo colonial, sin que existan ya las colonias. La segunda es que las fuerzas centrífugas (la Comisión Europea, el BCE, la OTAN, etc.) se han llevado muchas funciones y tareas, y las fuerzas centrípetas – gobiernos territoriales – han hecho lo propio. Con lo cual, esas estructuras quedan como colectivos innecesarios que luchan denodadamente por subsistir. Todo proceso de recentralización tiende al fracaso por ineficiente e ineficaz.
Lo de “contar o no contar” carece de sentido. Lo mejor que podrían hacer algunos políticos es respetar aquel consejo que dice: no rompas el silencio si no es para mejorarlo. Claro que entonces parecerían mudos.
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