SOBREVIVIR
Focus: Sociedad
Fecha: 20/03/2000
Hay épocas en la historia de la humanidad en las que toda
nuestra capacidad de respuesta se basa en la habilidad para
asegurar la supervivencia.
Cuando los estragos eran de naturaleza física e irrumpían
inesperadamente en la vida de los seres vivos, sólo los más
fuertes se salvaban del naufragio. La historia de la evolución
de las especies en la tierra expresa mejor que nada ese
esfuerzo adaptativo.
Todavía hoy la naturaleza muestra su fuerza en ocasiones,
como para demostrar su poderío de gigante dormido y
expectante, harto de contemplar los desmanes de los
habitantes del planeta tierra.
Pero no sólo el entorno natural condiciona nuestra existencia.
La especie humana lleva incorporado desde su génesis el
estigma de diseñar y producir fuentes de conflicto como las
guerras, las depuraciones étnicas, las invasiones, la
explotación de otros seres.
En tales ocasiones el esfuerzo adaptativo ha producido la
sumisión de la mayoría y la rebelión de unos pocos. Son dos
lecturas distintas que persiguen la supervivencia, más cómoda
la primera y más arriesgada la segunda.
En las democracias modernas, legitimadas por la libertad de
un hombre un voto, los cambios del entorno son en apariencia
menos traumáticos pero no por ello menos dolorosos.
Vivimos en sociedades de alto riesgo en las que el concepto
estabilidad (en el empleo, en las relaciones afectivas, en los
proyectos de futuro, en las garantías constitucionales de una
justicia justa y unas coberturas sociales mínimas) está vacío
de contenido.
Por eso debemos pertrecharnos con aquel equipamiento que
por su ligereza nos dará movilidad frente al medio:
aprendizaje permanente para progresar en conocimientos, no
vivir por encima de nuestras posibilidades, no asumir más
deudas que las que podemos saldar sosegadamente, no poner
todos los huevos en el mismo cesto, no creer que se ha
llegado a ninguna parte.
Porque no es suficiente con sobrevivir. Hay que intentar
hacerlo dignamente.
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