Focus: Sociedad
Fecha: 16/04/2020
El Covid19 es el virus de moda, en el sentido estadístico del término (el valor que más se repite), pero no resulta insólito si lo situamos en el contexto de nuestra sociedad.
Y esto es así porque desgraciadamente llevamos mucho tiempo viviendo en un caldo de cultivo tóxico, en el que es difícil hallar variables no infectadas. Si aceptamos la separación entre el mundo de la naturaleza (en el sentido lato del término) y el mundo fabricado por los humanos (familias, instituciones, organizaciones, corporaciones, complejo entramado estatal, etc.), vemos que las acciones de nuestro mundo han transferido la toxicidad a la globalidad del sistema. La ruptura climática (no el “cambio”), los tsunami, la lluvia ácida, la contaminación urbana, el “mercado de dióxido de carbono”, la agresión a la capa de ozono, los residuos nucleares, la reducción de los acuíferos, y un largo etcétera son obra nuestra.
Detrás de todo esto hay un modo de reflexión: hemos transformado la razón en racionalidad instrumental. Nos mueve un falso concepto de eficacia a corto plazo, sin importarnos sus efectos a medio y largo. Ya nos avisó Adorno cuando analizaba la cuidada organización de los campos de exterminio en la Alemania nazi. El asalto a la razón, en palabras de Lukács, había conducido a una racionalidad reaccionaria, racista y xenófoba.
La huella del hombre tiene un componente siniestro que ahora, quizás por primera vez en muchos años, no distingue por géneros, razas o clases sociales, aunque como siempre se ceba en los más débiles.
Dejemos a la ciencia hacer su trabajo y centrémonos en el entorno más próximo, que sí podemos gestionar. Apliquemos filtros a aquello que es ajeno a nosotros y no nos aporta valor.
Como soy catalán y vivo en Catalunya me ceñiré a las coordenadas de mi país. En el espacio interior, el más íntimo, merece la pena recuperar los viejos archivos, aquellas lecturas abandonadas, los juegos aplazados, las meditaciones atemporales, los guiños cómplices. Es bueno darse cuenta, en situaciones como ésta, quien de verdad te importa y quién no. Es una perfecta ocasión para hacer un reset en tu vida. No pierdas esta oportunidad.
Habla con tus seres queridos, con tus amigos (los que queden después del cribado), con los vecinos que comparten tus sentimientos. Las tecnologías de la información y la comunicación lo hacen posible. Evita las redes sociales abiertas, donde abunda la basura.
Se muy riguroso con tu acopio de información. De las televisiones generalistas, limítate a los titulares del telenoticias de TV3. Solo a los titulares, a no ser que quieras atragantarte con un completo “televirus”. Mejor al mediodía que por la noche, pues a esa hora conviene relajarse con series inteligentes y amigables como “Friends”. Es el mejor tranquilizante. Una segunda opción es el informativo de Betevé de la tarde, que conduce Xavier Muixí.
Olvídate del paquete del Régimen (la 1, la 2, Antena 3, Telecinco y sus derivadas), a no ser que practiques las fórmulas sado-masoquistas, en cuyo caso espero que lo disfrutes.
Como estás confinado, te ahorras la compra de la prensa de papel. Tienes los digitales, pero has de ser muy autoexigente. Si eres lector asiduo de la caverna mediática madrileña (sin excepciones), te has equivocado al leer esta columna. Para mí son bazofia. Deshecha la Vanguardia y el Periódico, genuinos representantes del españolismo más cutre y provinciano.
Tienes los digitales de el Punt-Avui i el Ara (éste con algunos reparos). Tienes Vilaweb (del formidable Vicens Partal, con Barnils, Resina y otros) y el Nacional (en el que Josep Antich y su equipo están haciendo un magnífico trabajo). Tienes el Món, la República, L’Unilateral, Nació Digital, Crític y Directa.
Entre los digitales madrileños (asumiendo un cierto sesgo capitalino) tienes Público (y su variante catalana Públic), elDiario.es, Diario16 y nada más. Insisto: nada más, por si tienes algunas dudas.
Verás que si te ejercitas en esta línea de acción, te sentirás mejor. Respira de una forma natural. No se trata de reinventarse (otra tóxica estupidez), si no de encontrarse de nuevo.
¡ Salud !