TRAMPOSOS
Focus: Política
Fecha: 02/07/2004
Ante el tamaño de errores cometidos por el gobierno norteamericano, la Administración republicana, por presiones del poder legislativo, se vio obligada a crear un “comité de investigación” sobre los ataques terroristas contra Estados Unidos. Ha transcurrido mucho tiempo desde el inicio de sus trabajos para llegar a confirmar lo obvio, lo que cualquier ciudadano medianamente informado sabía: la ineficiencia de los sistemas de seguridad internos, la escasez de recursos para temas clave, las veleidades de una política exterior perversa en la zona del Medio Oriente.
Ahora en España se pretende copiar el modelo y se ha creado un “comité de investigación” sobre los atentados del 11-M. Se ha expresado públicamente la voluntad política de no criticar los errores, sino de analizar las causas y recomendar las medidas de prudencia para que no se repitan hechos de esta naturaleza.
Y ya ha empezado la fiesta y los apóstoles del desconcierto campan a sus anchas con el propósito de confundir al personal.
No se habla sólo del 11-M, sino también del 12, del 13, del 14 y de lo que convenga. Se cita a políticos que en aquellas fechas no ejercían ningún cargo público en el aparato del Estado, a periodistas de empresas privadas, a jueces. Se mezclan con descaro unos con otros, en un “totum revolutum” que trata de eludir responsabilidades.
El gobierno del Partido Popular tomó durante la última legislatura una serie de decisiones en política exterior e interior que probablemente crearon las condiciones objetivas para que se produjera un atentado. Esto es una hipótesis de trabajo. Y esto, en el mejor de los casos, es lo que conviene investigar.
El problema estriba en que el Partido Popular se ha destacado por su trayectoria de utilizar la mentira como instrumento político. Mintieron sobre Irak, sobre el Prestige, sobre el 11-M, sobre las víctimas del Yak-42. Mintieron sobre casi todo y lo hicieron como bellacos.
De seguir la senda iniciada por la “comisión de investigación”, vamos a tener mucho ruido y pocas nueces. Y es que sentarse a negociar con tramposos es perder el tiempo.
