UN ERROR DE INTERPRETACIÓN

Focus: Sociedad
Fecha: 29/10/2010

Con motivo de las próximas elecciones al Parlament de Catalunya, las opciones españolistas están tratando de explotar, una vez más, el tema de la lengua. Algunas lo hacen con descaro (el PP, Ciudadanos, y sus voceros mediáticos) y otras (el PSOE) de forma más velada. Tratan de confundir al personal. En Catalunya hay un problema lingüístico, pero no el que ellos pregonan.

La lengua de un país es el tronco central de una cultura, no un simple soporte de comunicación. La lengua nos permite interpretar el mundo de determinada manera. Es por ello que muchas palabras no tienen sentido, sometidas a la “traición” de la traducción. Y la lengua de Catalunya es el catalán, aunque no todo el mundo que vive y trabaja en este país la conozca con suficiencia.

La lengua catalana ha sido sometida a constantes agresiones, a lo largo de la historia. Si se ha mantenido viva ha sido por la voluntad explícita de muchos catalanes, mimándola, a pesar de todas las limitaciones, en el refugio de sus hogares. La expresión malsonante “¡Hable usted en cristiano!“ está grabada en la memoria colectiva.

Tras la guerra civil del siglo pasado, los vencedores enviaron sus legiones castellanas (jueces, policías, funcionarios) para imponer su ley y controlar la situación. Muchos de sus hijos y nietos son en la actualidad militantes y simpatizantes del PP y de sus derivas “modernistas”. Siguen hablando en castellano.

Otras gentes (a millares) vinieron a buscar trabajo, que no encontraban en sus lugares de origen. Se les ocultó la realidad cultural y lingüística del territorio al que accedían, e iniciaron su nueva vida en Catalunya como si esto fuera la Rioja o el Bierzo. La dictadura fomentó además las “casas regionales”, con el firme propósito de impedir la inserción de los emigrantes en una nación que era muy distinta a la española. Mantuvieron su lengua castellana, así como sus tradiciones y costumbres. Muchos de sus hijos y nietos son hoy en día militantes y simpatizantes del PSOE.

Un tercer bloque lo constituyeron los catalanes españolizados (pertenecientes a la burguesía autóctona) que se pasaron con armas y bagajes a la España de Franco y sacaron buenos rendimientos de su traición a la República. Santiago Rusiñol los había retratado anticipadamente en su comedia “Gente bien”. Hablaban castellano porque era más fino. Sus hijos y nietos continúan votando en función de sus intereses de clase. Para ellos la lengua es un instrumento mercantil.

Luego vino la democracia de mínimos que tenemos y en Catalunya se llevó a cabo una inmersión lingüística en el ámbito académico que, aunque de corto alcance, ha logrado extender el conocimiento del catalán entre los alumnos de la escuela pública.

Los medios de comunicación, los que de verdad fabrican opinión entre las masas, son abrumadoramente castellanos. En los patios de los colegios de las grandes poblaciones, se habla mayoritariamente en castellano, aunque las clases se den en catalán. Los medios que tienen sus centros de poder en Madrid acostumbran a hablar mal de Catalunya y de los catalanes, fomentando entre los catalanes castellano-parlantes un sentimiento de extrañeza, pues ellos no perciben ningún tipo de problema social. Las mayorías casi siempre se equivocan y la visión galáctica de los últimos gobiernos españoles (tanto de derechas como de izquierdas) hizo creer a mucha gente que España y el castellano recuperaban sus esencias imperiales. Pues no.

La triste realidad es que muchos estudiantes acaban sus estudios medios con un nivel muy pobre de catalán y castellano. Hablan mal y redactan peor. Pero como decía nuestro querido profesor Siguán, éste es un problema educativo, no lingüístico.

En la calle la vida sigue como siempre y las conversaciones entrecruzan las dos lenguas de una forma fluida, sin ningún aspaviento. Lo cual no significa que la obligación de la Generalitat de Catalunya no sea seguir impulsando la lengua catalana, para darle el rango que le corresponde a un país que quizás algún día podrá alcanzar su independencia.

Y lo dice alguien que, aunque de padres y abuelos catalanes, nació fuera de Catalunya, fue escolarizado en castellano, piensa y construye en castellano y tiene el castellano como su lengua vehicular.

Alf Duran Corner

 

« volver