UN FASCISMO DE ÚLTIMA GENERACIÓN

Focus: Política
Fecha: 16/06/2023

Dime de qué presumes y te diré de qué careces. Ahora resulta que todo el mundo en Catalunya se declara democrático, es decir, tolerante, respetuoso, dispuesto a una forma de gobierno surgida del pueblo y pensada para el pueblo, carente de prejuicios, abierto a la otredad. Añada usted lo que quiera y conformará un modelo idealizado que no tiene nada que ver con la realidad.

Es cierto que nuestros vecinos de la España imperial declaran sin ambages desde el invento de la “transición” que son un país democrático. Y debemos reconocer que lo han sabido vender bien en los foros internacionales, en parte porque han destinado muchos recursos y en parte porque la mayoría de sus interlocutores son tan poco democráticos como ellos.

No es de extrañar pues que el discurso dominante en Catalunya presuma también de “democrático”. Y esto es así porque las élites catalanas llevan años bebiendo en las fuentes del absolutismo, del autoritarismo, de la falsedad y de la violencia, y, en un acto más de sumisión al Estado, se han contagiado de unos valores que precisamente están en la antítesis de lo que proclaman.

Por eso les ha faltado tiempo para etiquetar públicamente de “partido de extrema derecha” a un nuevo partido (Aliança Catalana) que ha tenido la valentía de abrir la caja de los truenos y poner sobre la mesa lo que muchos catalanes piensan  y comentan en voz baja.

Un vez más tengo que citar a Marco Aurelio: “Edúcalos o padécelos”. No lo hemos sabido hacer y aquí tenemos el resultado. ¿Quién diablos son estos personajes para calificar a terceros de malas maneras sin saber de qué están hablando?

Trataremos de aclarar el panorama en términos tipológicos, aceptando que la realidad es siempre superior a cualquier taxonomía. Dice el maestro Norberto Bobbio:

Quedémonos con el “fascismo”, que dentro del arco de la derecha (arco que se ha ido ampliando con el tiempo y hoy cubre un gran espectro, incluidos los partidos que históricamente se consideraban de izquierdas) se halla en la posición más extrema. De esto sabemos algo porque lo hemos vivido en propias carnes durante largos años.

Y una ideología que no se lleva a término es pura entelequia. Por eso no especulamos y nos ceñimos a tres distinguidos ejemplos y a su huella política: Mussolini, Hitler y Franco. ¿Qué tenían en común? ¿Cuáles eran los rasgos de una ideología compartida?

Lo primero y más relevante es que el fascismo es un movimiento de masas que pone el acento en el militarismo, en el nacionalismo y en el poder carismático de un líder que está por encima del conjunto de los ciudadanos-súbditos. Su enemigo natural es la democracia liberal, que apoya los derechos individuales, las elecciones libres y la discrepancia política.

El fascismo asalta el poder y liquida a sus enemigos. Cuando se consolida refuerza los valores conservadores respecto  a la obediencia a la autoridad, la jerarquía social, el papel tradicional de la mujer y el vínculo con los poseedores de capital.

El fascismo es sexista, se hace con el control de los medios públicos y privados, escribe el guion de lo que se puede o no se puede decir, explota el temor de la gente, crea un enorme aparato policial represor, se obsesiona con la seguridad nacional, practica abiertamente la corrupción, impone una religión de Estado, interpreta que la violencia es clarificadora, desprecia los derechos humanos.

Hay que ser un perfecto cretino (en la segunda acepción que el maestro Charcot, padre de la neurología moderna, daba a esta tipología clínica) para concluir que Aliança Catalana es un partido de extrema derecha, o sea, un partido fascista.

Que los muñecos parlantes de TV3 lo repitan continuamente porque lo tienen en el teleprompter, se puede obviar, aunque alguien en algún lugar lo ha escrito previamente sin saber su significado. Pero que los políticos catalanes independentistas caigan también en esta trampa y propongan “cordones sanitarios” y basuras parecidas para que en Ripoll no gobierne el partido más votado, tachándolo frívolamente de “extrema derecha” (“porque lo digo yo”) es una auténtica muestra de fascismo actualizado.

La señora Orriols, líder de su partido, ha estado hasta ahora en la oposición. No ha matado ni ha torturado a nadie. A ella y a su familia les han hecho la vida difícil en una sociedad cerrada. Tiene un programa político y quiere llevarlo a término en el ayuntamiento de su ciudad. Cuando lo haga será el momento de juzgarlo, no ahora. Tiene el mismo derecho que cualquiera a defender sus ideas. Pero, ¿de qué tienen  miedo esos políticos profesionales de salón para que pongan tantas trabas a su discurso político? Ayudemos a destapar la caja de los truenos: tienen miedo a debatir públicamente el papel de la emigración en Catalunya. Este es un tema muy importante del que no se puede hablar. No es políticamente correcto. Pero como esta web no rinde cuentas a nadie, vamos a hacer unos flashes, caiga quien caiga:

 

Como decía al principio, estamos entrando en un terreno peligroso. Los partidos políticos (también los supuestamente independentistas) están haciendo el juego a las corrientes reaccionarias. Una de ellas es tratar de quitar los derechos políticos a la gente que no nos gusta. Esto es propio de un fascismo de última generación. En el  contencioso de la emigración, como en casi todos, no disponer de Estado imposibilita la acción.

Tenía razón Clara Ponsatí. Son precisos nuevos liderazgos. No sé si Silvia Orriols estará entre ellos, pero no soy yo quien para juzgarla.

Se juzgan los hechos. Solo los hechos.

 

 

 

 

QUERIDO PAUL CONVERSACIONES EN EL ESPACIO CUÁNTICO

ALFONS DURAN-PICH
PARCIR EDICIONS SELECTES
Alf Duran Corner

 

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