UN PAIS ESPERPENTICO
Focus: Política
Fecha: 16/02/2007
Algunos gilipollas (“tonto, de poco valor, de poca importancia” define caritativamente el diccionario) se pasan el día cantando las excelencias de este país (se refieren al Estado español) como una de las grandes potencias del “mundo mundial”.
Un país en cuyo Tribunal Constitucional (que no está para juzgar si no para hacer dictámenes) hay un señor (don Roberto García-Calvo y Montiel) que fue Jefe Provincial del Movimiento de Almería (a mediados de los setenta), porque “pasaba por allí”.
Un país cuyas leyes determinan que la opinión de un grupo de magistrados (apenas doce) cuenta más que la voluntad de millones de ciudadanos que han votado a favor de un Estatut, aprobado por su Parlament y muy recortado posteriormente por el Parlamento del Estado.
Un país cuyo expresidente del Gobierno (don José María Aznar López) ha declarado recientemente que ha llegado al convencimiento de que en Irak “no había armas de destrucción masiva”. Lástima que haya tardado tanto en averiguarlo y que en este intervalo hayan muerto 655.000 irakíes (según la universidad estadounidense John Hopkins).
Un país en el que la Federación de Asociaciones de Radio y Televisión ha otorgado un premio al señor Jiménez, periodista de la Cope (cuyo principal accionista es la Conferencia Episcopal Española de la Iglesia Católica), por su esforzado programa de insultos, descalificaciones, insidias y otras muestras de su probada profesionalidad.
Un país en el que el portavoz parlamentario del principal partido de la oposición (don Eduardo Zaplana), que en su día manifestó que “estaba en política para forrarse”, ha declarado que el nombramiento del nuevo ministro de Justicia señor Fernández Bermejo se ha hecho para amedrentar a muchos.
Un país en el que la derecha ultramontana (la única visible) trata de confundir a la gente con supuestos complots en el atentado del 11-M, con objeto de blanquear los errores políticos nacionales e internacionales del gobierno del PP, que nos pusieron en el punto de mira del terrorismo islámico.
Un país en el que continúan ocultándose las balanzas fiscales por autonomía, con la voluntad perversa de mantener los flujos de fondos en un solo sentido, castigando a los territorios generadores de riqueza y olvidando que en esos territorios también hay bolsas de pobreza.
Un país en el que la coyunda entre políticos de la administración local y constructores sin escrúpulos ha creado un colectivo de nuevos ricos, que se untan con brillantina y pasean con sus descapotables de importación.
Un país en el que el emprendedor es castigado por el peso de la burocracia cuando se propone desarrollar un proyecto económico, en tanto que se estimula el afán especulador.
Un país en el que muchos jóvenes quieren ser “famosos”, mientras contemplan y tratan de emular las hazañas de esos chaperos del universo mediático.
Un país que huele a frito mientras escucha la copla, se arrebuja en la bandera y canta con fruición: “A por ellos, oé, oé...”
Ese país no es el mío. Vuelvo al exilio interior.
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