UNA DE GUAPOS
Focus: Política
Fecha: 31/03/2016
El señor Félix de Azúa, cuando era joven, cuando todos éramos jóvenes, era un chico bien parecido, que tenía bastante éxito entre las mujeres progres de nuestra generación, aquellas que hacían a la vez de madres y amantes de sus parejas masculinas, a los que protegían bajo sus faldas cuando venía tormenta.
Ahora, asentado ya en Madrid, con el sello inextinguible de la “izquierda caviar”, ha ingresado en la Real Academia Española (en un ceremonial propio de una película de terror de la serie B, sólo superado por las reuniones de la alta magistratura del Estado), y ha sido acogido por su padrino en estas lides, el conocido “ultraliberal” señor Vargas Llosa. En sus primeras declaraciones públicas ha manifestado que “la educación en Catalunya consiste en enseñar odio a España y a todo aquello español”, porque “la enseñanza está en manos de talibanes”.
No es de extrañar que el señor Félix de Azúa diga estas sandeces (la edad no es eximente), pues ya demostró su desviada capacidad argumental hace muchos años, cuando vivía en Catalunya en calidad de funcionario universitario.
Los que tenemos memoria (“olvido pero no perdono”) recordamos el texto del denominado (con cierta desvergüenza) “Manifiesto de los 2300” (25 de enero de 1981), que empezaba así: “Los abajo firmantes, intelectuales y profesionales...
En este “manifiesto” se decían cosas como éstas:
- Este manifiesto, que no busca otro fin que restaurar un ambiente de libertad, tolerancia y respeto entre todos los ciudadanos de Cataluña, contrarrestando la tendencia actual hacia la intransigencia y el enfrentamiento entre comunidades...
- ... derechos tales como los referentes al uso público y oficial del castellano, a recibir la enseñanza en la lengua materna o a no ser discriminado por razones de lengua, están siendo despreciados...
- La cultura en castellano empieza a carecer de medios económicos e institucionales no ya para desarrollarse, sino para sobrevivir...
- Resulta en este sentido sorprendente la idea, de claras connotaciones racistas, que altos cargos de la Generalidad repiten últimamente para justificar el intento de sustitución del castellano por el catalán como lengua escolar de los hijos de los emigrantes...
- ¿Habrá que recordar que pertenecemos a una comunidad lingüística y cultural de cientos de millones de personas y que la lengua de Cervantes, en la actualidad, no es ya el viejo romance castellano, sino el fruto de aportaciones de todos los pueblos hispánicos”?
- ... no cabe duda que la lengua se ha convertido en un excelente instrumento para desviar legítimas reivindicaciones sociales que la burguesía catalana no quiere o no puede satisfacer, aunque la deuda que la sociedad catalana tiene para con la emigración sea inmensa y en justicia merezca mucho mejor trato...
- .... no es menos criticable el acoso propagandístico creado en torno a la necesidad de hablar catalán si se quiere “ser catalán” o simplemente vivir en Cataluña...
Podríamos refutar éstas y otras alegaciones de los “intelectuales y profesionales” (entre los que se encontraban, además del señor de Azúa, tipos de la pobre catadura moral del señor Amando de Miguel o del señor Federico Jiménez Losantos), pero hemos preferido dejar la respuesta en manos de nuestro querido y añorado Jaime Gil de Biedma, uno de los mejores poetas en lengua castellana del siglo XX, que además era un hombre de empresa y no se alimentaba, como muchos de los firmantes del “manifiesto”, del pesebre público.
Jaime Gil de Biedma publicó un artículo en “La Vanguardia” el 27 de marzo de 1981, con el sabroso título “Un manifiesto surrealista”. Allí decía:
- ... Catalán, castellano parlante, escritor por lo libre, probablemente intelectual, e irremediablemente profesional a mis horas, ni yo me había enterado ni las gentes con quienes trato a diario me habían enterado de que estamos, si Dios y la autoridad central no lo remedian, como quien dice a dos pasos de la solución final...
- ... Y sin embargo qué se le va a hacer, me parecería la situación del catalán, además de injusta, muchísimo más sombría. Pues resulta que no, y de ello vienen a salvarnos ahora estos señores que emplean un castellano de gobernador civil decimonónico, invocan a la autoridad, dan gritos de demagogia santa y lo meten todo en el mismo cesto: Cervantes, la explotación capitalista, el antifranquismo, los inmigrantes andaluces – y ya casi se les olvidaban – sus propios intereses...
- ... Porque efectivamente de letras se trata. Y de las paranoias, las pesadillas y las resacas – oportunamente sublimadas en alegato populista - de un grupo de intelectuales de nómina y plantilla, profesionalmente dedicados a la gestión en Cataluña de la cultura de la lengua castellana en cuanto a establecimiento público, reconocido y permanente...
- ... A santo de qué, uno se pregunta, el inmigrante que aprenda y hable catalán, habría de hacer simultánea y definitiva dejación de su lengua materna...Si la mayoría de los catalanes son bilingües ¿habrá de ser él excepción, privándose de una ventaja? ¿Es que nuestros populistas toman a los inmigrantes por tontos?
- ... El plan de normalización de usos del catalán es, pues, una sensata y necesaria tentativa de ponerle en un pie de igualdad – muy precaria me temo - , en cuanto lengua oficial de cultura y comunicación social. La situación del catalán, incluso después de “cooficializado y normalizado”, seguirá siendo por desgracia, mucho más sombría que la del castellano...
- ... ¿a qué entonces los trances alucinatorios de estos dos mil trescientos derviches firmantes? Bueno, algún motivo hay. Porque lo que sí ocurrirá es que la gestión en Cataluña de la cultura de lengua castellana, en tanto que establecimiento público, reconocido y permanente, ya no podrá ejercerse en régimen oficial de monopolio...
- ... Engañar, señores intelectuales profesionales, está muy feo; y engañarse es tonto. Uno sale de la lectura de su manifiesto con la impresión de haber asistido a un espectáculo profesional e intelectualmente vergonzoso...
Han pasado treinta y cinco años, pero podría ser ayer. Un episodio más para aquellos que todavía dudan sobre la legitimidad de una desconexión definitiva respecto a un Estado, que tan bien representaban –y representan– los “intelectuales y profesionales” del Régimen.
« volver