UNA PROVOCACION
Focus: Política
Fecha: 13/05/2002
Pim Fortuyn, el líder populista holandés, ha sido asesinado por un fundamentalista con una visión retorcida de la ecología y el anticonsumismo.
Es un hecho más, en una sociedad desconcertada que trata de encontrar nuevos caminos para recuperar su identidad.
Pim Fortuyn era un provocador y su muerte es también una provocación.
Hombre culto, de antigua militancia socialista, había construido un partido de la nada gracias a su exultante notoriedad mediática. Era un polemista brillante al que se disputaban las cadenas de televisión.
Escuchaba a la gente y luego predicaba lo que la gente quería escuchar. Su credo político era contradictorio. No era propiamente un racista y su militancia homosexual explica parte de su mensaje antieslámico.
Pedía que los emigrantes asumieran los valores de la sociedad que les acogía, lo cual parecería razonable a cualquier demócrata ilustrado.
Consideraba que los partidos tradicionales no conectaban con las necesidades del pueblo llano. En un país como Holanda, cuna de las libertades, defensor de la eutanasia y del matrimonio homosexual, predicaba el ajuste fino.
Cuando los grandes temas están bien gestionados (salud, educación, pensiones), hay que bajar a los pequeños, que son los que los ciudadanos viven a diario y mejoran su calidad de vida.
Excéntrico, admirador de Margaret Thatcher, liberal en lo económico, presentaba algunas propuestas culturales y sociales más próximas al progreso y a la izquierda.
Las respuestas simples no sirven para explicar nada.
El fenómeno Fortuyn abre una brecha en una Europa ensimismada. Merece la pena prestarle atención.
Veremos que ocurre en las elecciones legislativas del próximo quince de mayo.
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