VERGÜENZA

Focus: Política
Fecha: 01/02/2018

La fauna celtibérica que habita en la capital del reino ha expresado de mil maneras la “vergüenza” que les producen las continuas presencias públicas del President Puigdemont, tanto en Bruselas como en Copenhague, y la calurosa acogida que siempre tienen. Se diría que el pueblo europeo -estudiantes, profesores, periodistas, intelectuales, etc.–  da la espalda a las instituciones que los representan, en la medida en que estas instituciones practican el silencio cómplice ante los abusos fascistas del Estado Español, que además tiene la desvergüenza de auto definirse como un Estado de Derecho.

A mi hace ya mucho tiempo que ellos me producen vergüenza ajena (lo que se siente cuando alguien hace algo mal y no se puede hacer nada por evitarlo, mientras se siente en carnes propias lo que pensamos que sentiría esa misma persona si se pudiese ver a sí misma). Es una forma de empatía, aunque en mi caso la empatía con esa fauna es muy débil. Me dan tanta pena como asco.

Ahora han rematado la faena con comentarios jocosos sobre el “ridículo” o “hacer el espectáculo”, siempre referidos al President, o la recomendación del aliado, supuestamente izquierdista,  de la caverna nacionalista española (el impresentable Pedro Sánchez) que nos recomienda que “nos emancipemos del prófugo” y que han tenido eco incluso en el teórico líder opositor señor Iglesias, que ha tachado el contencioso de los políticos exilados de “culebrón”.

El tema logístico lo controla el ministro señor Zoido, que dice cosas tan divertidas como que “muchos expertos de la Guardia Civil y la Policía Nacional están trabajando de manera intensa, mañana, tarde y noche, para que no pueda regresar a España de manera oculta”. Y, dicho y hecho, ha despachado a sus fuerzas de seguridad (guardias civiles y policías nacionales) para que vigilen aeropuertos, pasos fronterizos, autopistas, aeródromos, puertos deportivos y otros caminos ocultos, no sea que un miniaturizado Puigdemont se les cuele en una bolsa de mano.

Tenía razón el líder conservador Cánovas del Castillo cuando decía, a mediados del siglo XIX, que “son españoles los que no pueden ser otra cosa”.

Con estos mimbres no es de extrañar que los medios del Régimen (con escasísimas excepciones), aplaudan el comportamiento chulesco de un sujeto que quiso intimidar al President en su visita a Copenhague, con expresiones como “Puigdemierda”. Ese tipejo estaba ufano en su visita posterior a los platós televisivos madrileños, donde declaraba: “Se la he puesto delante de los morros (la bandera) y se la ha tragado como un choricito”.

¡Qué nivel, señor, qué nivel! Ésta es la España de la que nos queremos ir. Una España donde es difícil marcar distancias entre macarrillas, tertulianos y altos funcionarios del Estado. Una España donde el insulto es un deporte nacional, con especial ahínco estos días para expresar el odio hacia el President Puigdemont, elegido por la mayoría parlamentaria de Catalunya, que fue destituido a través de un golpe de Estado disfrazado de artículo 155 de la tan manoseada Constitución.

¡ Vergüenza !  Asco y vergüenza.

 

 

Nota:

Recomiendo especialmente el artículo del profesor Alex Schönberger, de la universidad de Bremen, en el que desmonta las estratagemas jurídicas del Estado para impedir la reelección del President Puigdemont. Ver en “De otras webs”

Alf Duran Corner

 

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