VUELVEN LOS MACHOS ALFA
Focus: Política
Fecha: 04/07/2022
Después de la fanfarria de la OTAN en la corrala madrileña, los comentaristas del Régimen se han hecho eco de los éxitos conseguidos, del renovado espíritu de unión de los gobiernos de la organización (que no ha de confundirse con lo que piensan los ciudadanos de cada país), de la voluntad de continuar alimentando con armas al ejército de Ucrania (a fuego lento para que dure más), del incremento presupuestario de la partida de Defensa /Ataque y del regreso en los puestos de mando de los machos alfa, siempre dispuestos a sacar el revolver al menor movimiento del teórico adversario. En una sociedad amedrantada, la chulería, la bravuconería y la altisonancia campan a sus anchas.
Para tratar de clarificar el estado de la situación (desde nuestra postura independiente y crítica), vamos a detallar los probables efectos de este gran “evento”, como suelen llamar los cursis a cualquier reunión no familiar.
- El primero y más impactante es que si un país gasta más dinero en armas, tendrá que reducir otras partidas o endeudarse todavía más, siendo esta última opción prohibitiva para los países que como España están endeudados hasta las cejas. Es como si una familia prefiere irse de vacaciones en lugar de alimentarse decentemente, con el matiz de que en este caso las vacaciones son parabélicas.
- El gasto militar tuvo momentos álgidos en los últimos cincuenta años, sobre todo durante la denominada “guerra fría”, período en el que llegó a significar un 6% del PIB. La llamada al orden del gobierno Biden para sus socios de la OTAN es que se incremente y tenga una media del 2%.
- En el Estado español los sucesivos gobiernos desde la “transacción-transición” han ocultado buena parte de los gastos de “defensa/ataque”, algo habitual en la cultura trilera dominante. Analistas independientes, como el Centre Delàs d’Estudis per la Pau, estiman que el gasto total alcanza el 1,8% del PIB. Esto significa que cada día el Estado dedica 62 millones de euros a esta partida.
- Una de las decisiones de la cumbre militar es que la “fuerza de respuesta” de la OTAN en el continente sume 300.000 soldados, cien mil de ellos norteamericanos. Todo esto hay que financiarlo, lo que supone reasignar el gasto en detrimento de las partidas sociales.
- Es evidente que para la OTAN la amenaza a corto plazo es la Federación Rusa, pero a medio-largo es la República Popular China. En ese juego de palabras Rusia amenaza y China desafía. Por eso declaran sin ambages que “las ambiciones declaradas y las políticas coercitivas de la República Popular China desafían nuestros intereses, seguridad y valores”, para seguir más adelante que “China busca controlar sectores tecnológicos e industriales clave, infraestructuras críticas, materiales estratégicos y cadenas de suministro”. Lo que llama la atención es que todo esto lo manifieste una organización militar y no política. Es como si el Pentágono y las agencias norteamericanas de seguridad hubieran tomado el mando. Que probablemente es así.
- El gobierno de la República Popular China se lo toma con mucha tranquilidad. No les ha gustado que se hayan invitado a la cumbre euroatlántica a los gobiernos de Japón y Corea del Sur, con la velada pretensión de extender los dominios de la OTAN al Pacífico. De hecho no era necesario, pues Estados Unidos cuenta con bases militares en ambos países desde hace mucho tiempo. China sabe que ningún país en el mundo tiene capacidad para imponerle sanciones económicas, a no ser que apueste por su propia autodestrucción.
- Tampoco ha tenido sentido que la invitación a la cumbre se haya extendido a los jefes de gobierno de Australia y Nueva Zelanda, países también alejados del eje atlántico, a no ser que se pretenda implicar a los principales países de bloque anglosajón en una hipotética “guerra global”.
- En el plano político quien ha sacado partido de la reunión ha sido el líder turco Erdogan, que ha jugado con el posible veto a la adhesión de los escandinavos en base a unas supuestas vinculaciones de esos países con grupos “terroristas” kurdos, y ha cedido al final a cambio de la entrega por parte de Estados Unidos de la nueva tecnología de los aviones de combate F-16, lo que le permitirá actualizar su flota de 245 unidades. Para situarnos podemos añadir que el precio de un F-16 varía entre 12 y 40 millones de dólares y que es uno de los productos estrella de la líder mundial en fabricación de armamento Lockheed-Martin.
- En cuanto a la guerra de Ucrania, que parece haber sido el punto de inflexión, no todo es como nos sirven los medios de información occidentales. Dice Tarik Alí, reconocido analista y editor de “New Left Review”: “En cuanto a Rusia, se trataba de idear una provocación, optar por la expansión de la OTAN, romper todas las negociaciones serias con los rusos conducentes a la conclusión de algún tipo de acuerdo. El resultado último de todo ello es la guerra de Ucrania. Podemos culpar a Putin y todos culpamos a Putin, no es algo difícil de hacer, pero no puede afirmarse que es responsabilidad exclusiva de Putin”.
- Desoyendo los consejos del viejo zorro Henry Kissinger - que como Secretario de Estado fue capaz de abrir las relaciones entre China y Estados Unidos en 1972, propiciadas en un encuentro histórico entre Nixon y Mao – el actual gobierno americano ha seguido apostando por la guerra. Kissinger sugirió que Ucrania debería ceder a Rusia parte de su territorio (el de cultura mayoritariamente rusa) y tomar una posición de país neutral, como Austria y Finlandia después de la II Guerra Mundial.
- Para la población del mundo en general, toda esta belicosidad ha producido y producirá efectos directos sobre su calidad de vida. Entre ellos hay que destacar la reformulación de los costes de la energía, la escasez de productos alimenticios básicos, el disparo de la inflación y su impacto sobre los salarios, la dificultad para proveerse de ciertas materias por razones logísticas, la pérdida de actividad económica y de puestos de trabajo por el cierre de empresas, el mal gobierno de la crisis climática, tensiones étnicas más agudas, etc.
Todo esto podría haberse evitado si el mundo estuviera regido por gente mínimamente capaz, al margen de su credo ideológico de fondo. No son momentos para la lírica. Los chichiribailas de turno (los Sánchez, Núñez Feijóo, Biden, Johnson, Trudeau, etc.) serán barridos por los machos alfa, bien representados en el evento por el ligeramente estreñido secretario general de la OTAN Jens Stontelberg.
Para los no avezados, un chichiribaila es un tipo al que nadie hace caso por su inconsistencia, un tipo capaz de servir en la cena oficial de la OTAN una “ensaladilla rusa” y disfrazarla como una “ensaladilla tradicional”.
Mal vamos.
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