A partir de los años ochenta, se asiste a una vuelta a los fundamentos del capitalismo...
A partir de los años ochenta, se asiste a una vuelta a los fundamentos del capitalismo. Es el triunfo del capitalismo neoliberal, la revolución conservadora impulsada por Ronald Reagan en los Estados Unidos y Margaret Thatcher en Gran Bretaña. Las clases dominantes adoptan una estrategia a la ofensiva, cuyos objetivos son: restablecer la participación de los beneficios rompiendo la capacidad de resistencia de los trabajadores, modificar el funcionamiento del mercado de trabajo para consolidar la victoria del capital, y organizar la disminución de los gastos públicos y de los impuestos.
Los accionistas, propietarios del capital financiero, retoman el poder de decisión en las empresas en detrimento de los directivos. Exigen, desde ese momento, ser fuertemente remunerados, tanto en dividendos como a través de la mejora de la cotización bursátil. Deben garantizarles una parte importante de los beneficios. Los directivos deben gestionar las empresas en interés de los accionistas y de los gestores de fondos. Están permanentemente bajo la amenaza de una destitución o de una Oferta Pública de Acciones (OPA) hostil –que se producen cuando otro grupo de directivos convence a los accionistas de una empresa de que serán mejores gestores que los actuales-.
Los directivos también tienen que dejar de ser sensibles. Tienen que mostrar que, efectivamente, crean el máximo valor para la empresa. Para asegurarse de ello, los gestores de fondos han instaurado “el gobierno corporativo”, un sistema de vigilancia de los
managers destinado a verificar que cumplen bien este único objetivo. Accionistas y gestores de fondos presionan a los directivos para que distribuyan el máximo de dividendos o procedan a recompras de acciones de manera que el beneficio vuelva a los accionistas, que podrán escoger la empresa en la cual reinvertirán. El principio ya no es hacer crecer a la empresa cueste lo que cueste, sino limitar las inversiones a nichos de rentabilidad excepcional. La alianza entre
managers y asalariados se rompe. Los primeros están bajo el control directo de los accionistas, que les remuneran con
stock options que garantizan la coincidencia de intereses.
El capitalismo resucita con políticas de privatización, de liberalización, de desregulación y de desreglamentación. Uno a uno, todos los sectores económicos deben entregarse a los mercados. Las Bolsas, los equipos de fútbol, las guarderías, la salud, etc., se convierten progresivamente en fuentes de beneficio y dejan de lado cualquier tipo de gestión social. Y mañana, ¿por qué no?, la educación, la seguridad… El capitalismo somete a todas las actividades a su ley, incluso a las culturales (medios de comunicación, edición…), obligadas a elegir entre tres vías: convertirse en fuentes de beneficios, escaparates para el mecenazgo o instrumentos de propaganda.
Fuente: Cambiar de economía. Los economistas aterrados. Traducción de Fco.Javier Gutiérrez Hurtado y Luis Fernando Lobejón Herrero. Los libros de la Catarata. Madrid.2012.
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