Ahora bien, el límite de las posibilidades de acción que un sujeto posee en orden a la mutación de su contexto...

Ahora bien, el límite de las posibilidades de acción que un sujeto posee en orden a la mutación de su contexto, sólo se adquiere con el análisis de sus relaciones con la realidad, es decir, aprendiendo a ver, críticamente, su realidad. Hay que hacer lo que se debe, dentro de lo que es posible hacer. No hay que intentar lo imposible para retrotraerse luego a una “justificada” inacción. Hay que llevar a la conciencia de cada cual la necesidad de la acción. Pues no hacer lo que se debe es hacer lo que no se debe, y ésta es la culpa en la omisión. Sociológicamente, es hoy quizá de la mayor relevancia la abstención, la infundada creencia de que la omisión es, al mismo tiempo que el no hacer lo debido, el no hacer, cuando menos, tampoco lo indebido. Pero, como he dicho, tal presunción es falaz. El compromiso con la realidad viene dado a la persona por su coimplicación con ella. No se puede, pues, eludir el compromiso, como en otro orden de cosas no es posible evitar el pensar mismo sobre la realidad en la que estamos. Y si el juicio sobre la realidad -nuestra realidad- es obligado, si tiene carácter de impuesto, faltar a la decisión que ese juicio conlleva es autolimitarse en nuestro específico ser de hombres. Pensar, juzgar, simplemente, sobre la realidad es una tarea a medias, que está por sí misma tocada de la imposibilidad de verificación acerca de la verdad o falsedad de lo que pensamos y juzgamos. Solo la objetivación de nuestro pensar en forma de acción posibilita la prueba de nuestra verdad o nuestro error previos. Como dijo Marx, “la cuestión acerca de si un pensamiento humano es objetivamente verdadero no es una cuestión teórica, sino práctica... La discusión sobre la realidad o no realidad del pensamiento -aislado de la praxis - es una cuestión puramente escolástica “.

 

Fuente: La culpa. Carlos Castilla del Pino. Alianza Editorial. Madrid. 1973

 

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