Al plantear unas líneas sobre la llamada “ciencia”, me viene a la memoria las palabras cruzadas con muchos jóvenes estudiantes...

Al plantear unas líneas sobre la llamada “ciencia”, me viene a la memoria las palabras cruzadas con muchos jóvenes estudiantes. Al dialogar con ellos sobre la futura carrera a estudiar, cuando terminen el actual segundo de bachiller, he quedado profundamente apenado al ver la gran minoría que van a estudiar las llamadas carreras de “letras”. Con nostalgia, personalmente en una de esas licenciaturas de “letras” uno mismo ha podido encontrar unas preguntas y respuestas, a las cuales difícilmente hubiera pensado que podría plantearse. Esto se resumiría en un hecho fundamental, simplemente y tan importante como buscar “ser feliz”, o al menos intentarlo día a día. Las respuestas, de estos jóvenes para elegir las carreras de “ciencias”, son muy variadas pero hay denominador común en ellas, el conseguir un rápido ingreso pecuniario. Comentan que son prácticas, y que ven resultados reales y palpables. Aquello de ver para creer. Pero lo que realmente se oculta, entre otros muchos detalles es el beneficio económico. Incluso influido por las familias, a la hora de elegir. Muchos de estos padres no desean que sus hijos tengan sus mismas frustraciones, al no conseguir lo que tenían previsto. En la actualidad las licenciaturas de “ciencias” tienen mucho más prestigio, utilizando un término futbolístico son de primera división. Las otras las de “letras” estarían en regional preferente. El llegar a ser técnico de automoción, ingeniero, arquitecto, médico entre otras labores y licenciados, la visión cambia, y se le otorga más valor social.

Todos quien más quien menos necesitará revisar su automóvil, comprarse una casa, y desafortunadamente ir al médico. En todas estas profesiones estaremos pensando en que nos va a costar, y que no sea nada grave. Por que en todas ellas nos afecta algo inmediato e importante en nuestra vida cotidiana. En todos estos trabajos se ve un rápido y rentable beneficio económico, aunque en muchas ocasiones ficticio. Sólo hay que realizar una breve estadística de los estudiantes de segundo de bachiller, entre los que han elegido las opciones de “ciencias” y “letras”, para observar esta realidad. Las ciencias ganan por goleada espantosa. En la actualidad el lograr esta meta de bienestar económico, se decanta a las licenciaturas de “ciencias”. El conseguir una carrera u oficio, que una gran mayoría no tiene. El ver al resto de las personas como futuros clientes potenciales, a los cuales atender. Que se conviertan en demanda y que esta supere a la oferta, así el precio se incrementará con rapidez.

El ataque a las licenciaturas de humanidades y la pregunta despectiva ¿para qué sirven? Es una realidad demasiado común. Ante esto hay que intentar dar respuestas acertadas, una de ellas sería el encontrarse bien con uno mismo y con el entorno que le rodea. ¿Para qué sirve la filosofía, o la historia? Es otra de esas preguntas típicas tópicas. Incluso se le añaden adjetivos despectivos, con una sonrisa irónica, hacia quien las estudian: “Esos deben estar locos”… “Cinco años estudiando, para qué”… “No tendrán otra cosa mejor que hacer”.

 

Fuente: El valor de la ciencia. Francisco Manchado Alcudia/María del Pilar Sanz González. El Viejo Topo. Barcelona. 2001.

 

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