Algunos teólogos sofisticados que no creen literalmente en el parto virginal...
Algunos teólogos sofisticados que no creen literalmente en el parto virginal, la creación en seis días, los milagros, la transustanciación o la resurrección pascual, se complacen sin embargo en fantasear acerca del
simbolismo de tales acontecimientos. Es como si el modelo de la doble hélice del ADN fuera un día descartado por los científicos y éstos, en lugar de aceptar su equivocación, buscaran desesperadamente un significado simbólico tan profundo que trascendiera la simple refutación objetiva. “Por supuesto que ya no creemos literalmente en el
hecho de la doble hélice”, podríamos oírles decir. “Esto sería, efectivamente, demasiado simple. Fue una historia que estaba bien para su tiempo, pero ahora hemos avanzado. En la actualidad, la doble hélice tiene para nosotros un nuevo significado. La compatibilidad de la guanina con la citosina, el ajuste como un guante de la adenina con la timina, y especialmente el íntimo emparejamiento mutuo de la espiral izquierda alrededor de la derecha, todo ello
nos habla de relaciones amorosas, solícitas, nutricias…” Bueno, me sorprendería que llegáramos a esto, y no sólo porque es improbable que el modelo de la doble hélice vaya a desecharse. Pero en ciencia, como en cualquier otro campo, existe realmente el peligro de intoxicarse por el simbolismo, por semejanzas que carecen de significado, y de alejarse cada vez más de la verdad, en lugar de acercarse a ella. Steven Pinker cuenta que de vez en cuando es importunado por corresponsales que han descubierto que todo en este universo aparece en tríadas:
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; protones, neutrones y electrones; masculino, femenino y neutro; los sobrinos del Pato Donald: Jorgito, Jaimito y Juanito, y así sucesivamente, una página tras otra.
How the Mind Works (1998)
Fuente: Destejiendo el arco iris. Richard Dawkins. Tusquets Editores. Barcelona. 2000.
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