« Alicia no podía explicarse bien del todo cómo fue que empezaron a correr: todo lo que recordaba es que corrían cogidas de la mano y que la Reina Negra...

« Alicia no podía explicarse bien del todo cómo fue que empezaron a correr: todo lo que recordaba es que corrían cogidas de la mano y que la Reina Negra iba tan rápida que ella a duras penas podía seguirla. Pero la Reina continuaba gritándole: “¡ De prisa, más deprisa ! “, y Alicia sentía que no podía más, aunque le faltase aliento para decírselo. Lo más curioso era que los árboles y las demás cosas que las rodeaban permanecían totalmente inamovibles: por más que corrieran no conseguían adelantar nada. “ ¿No será que todo se mueve con nosotros? “, se preguntó muy intrigada la pobre Alicia. “Aquí, como ves -dijo la Reina-, se ha de correr a toda marcha simplemente para seguir en el mismo sitio. Y si quieres llegar a otra parte, por lo menos has de correr el doble de rápido.” »

En este pasaje, uno de los más repetidos por cuantos economistas y escritores gustan de citar a Carroll, la Reina Negra describe una situación que trasciende el mundo de los movimientos en ajedrez -del que materialmente procede- y resulta aplicable a una infinidad de conflictos y guerras de desgaste, en el que los esfuerzos de cada contendiente por prevalecer se ven neutralizados por los que realiza su rival, de suerte que tras un ímprobo desgaste ambos contendientes se encuentran en la misma posición relativa.

Un especialista en fósiles marinos, Leigh Van Valen, trasladó esa “teoría de la Reina Negra” a la lucha por la supervivencia en la naturaleza. La cuestión a la que trataba de responder era la de si, en ausencia de cambios climáticos u otras modificaciones extraordinarias del medio, debía pensarse que las especies más antiguas, al haber tenido más tiempo para adaptarse, serían las más invulnerables. Van Valen adujo el razonamiento de la Reina Negra para negar esa posibilidad: la probabilidad de que una especie animal se extinga no depende de su antigüedad, pues su capacidad de supervivencia frente a sus enemigos ni mejora ni empeora con el tiempo. Por muy bien que se haya adaptado, nunca tendrá garantizada la supervivencia, pues sus parásitos y depredadores también habrán reaccionado con rapidez y estarán refinando permanentemente las armas con las que atacarán. Una de las armas que deberá usar la víctima para defenderse serán la innovación y la sorpresa, factores que le permitirán despistar a sus enemigos y “correr el doble que ellos”. Por eso, algunos biólogos han basado en la teoría de la Reina Negra las ventajas de la reproducción sexual (en la que el hijo obtiene una mezcla del patrimonio genético de sus padres) frente a la asexuada o partenogenética (en la que la descendencia es genéticamente idéntica a su madre): el cambio genético que provoca en los individuos de una especie la reproducción sexual dificulta la especialización de sus parásitos y depredadores, al igual que la aleatoriedad en los itinerarios de viaje de un personaje público disminuye el riesgo de que sea víctima de un atentado terrorista.

 

Fuente: El mundo al revés. Manuel Conthe. Editorial Planeta. Barcelona. 1999.

 

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