Ante la Comisión investigadora del Congreso sobre la crisis, las declaraciones de los ex empleados de Moody’s...

Ante la Comisión investigadora del Congreso sobre la crisis, las declaraciones de los ex empleados de Moody’s dejaron claro que el interés empresarial de estas sociedades anónimas por mantener sus propias cuotas de mercado, predominaba sobre la calidad de sus dictámenes acerca de la solvencia de los créditos y condicionaba la labor de los profesionales expertos, a quienes desde luego se les obligaba a abandonar la ética en su labor. De 2000 a 2007, Moody’s calificó como triple A casi 45.000 títulos vinculados con hipotecas sin garantías, igual nota que las seis primeras compañías del sector privado en los EEUU que tenían esta codiciada alta calificación a principios de 2010, según destaca el referido informe oficial.

Las manifestaciones de antiguos empleados de la agencia Moody’’s Investors Service ante la referida Comisión, permitieron confirmar el funcionamiento poco respetable de esas entidades como pretendido servicio neutro e independiente, porque anteponían siempre sus intereses particulares como empresas privadas en este mercado de servicios financieros, con escasas limitaciones desde la ética profesional. Para empezar ningún representante de las otras dos más importantes agencias, Standard & Poor’s y Fitch, quiso atender la invitación de participar en esta comisión de expertos independientes creada en mayo de 2009. El antiguo director del departamento de derivados y vicepresidente de Moody’s, Mark Froeba Eric, declaraba que, cuando abandonó la empresa en 2008, el peor temor de un analista era que fuera señalado por haber contribuido con algo que pudiera haber hecho peligrar la cuota de mercado de la empresa, perjudicando su volumen de facturación o degradando las relaciones con los clientes, hechos penalizados con la pérdida del empleo. Al contrario de lo que ocurría cuando ingresó en la empresa a finales de los noventa, en que rodos los analistas temían poner en riesgo su trabajo dando una calificación que fuese falsa o causara daños a la reputación de precisión de Moody’s. Y en su declaración escrita, este ex director denunciaba que la obsesión de la dirección por la cuota de mercado, había tenido como consecuencia que los analistas se sometieran de hecho a la autoridad de los banqueros de negocios, lo que les conducía a elevar indebidamente las calificaciones de ciertos productos; e inevitablemente había conducido a “la incapacidad de decir no a los contratos” propuestos por los bancos, como declaraba otro antiguo director del equipo de analistas del departamento de derivados. De modo que se sobreentendía que si una agencia decía no, el banquero podría fácilmente dar el contrato a otra agencia. Y afirmaciones similares fueron expresadas por un tercer ex empleado declarante.

 

Fuente: El casino que nos gobierna. Juan Hdez.Vigueras. Clave Intelectual. Madrid.2012.

 

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