Aunque el <i> sujeto construye yoes según la especificidad de la interacción, </i> se vale a veces, como reforzamiento, de yoes de otras áreas...
Aunque el
sujeto construye yoes según la especificidad de la interacción, se vale a veces, como reforzamiento, de yoes de otras áreas. Pensemos por ejemplo en una interacción erótica, en donde los componentes éticos e intelectuales en principio parecen no jugar ningún papel, pero que a veces se traen a colación si añaden cualificación eróticamente relevante al Yo.
1.
El módulo erótico. En nuestra cultura, es fundamental la oposición sexual masculino/femenino. Se es tanto más viril cuanto menos femenino, y a la inversa. Cualquier actuación se constituye en un modo de expresión de la identidad erótica del emisor: Un tono de voz, determinadas locuciones, la manera de andar, de mirar, determinados gustos, etcétera, se interpretan como señales de diferenciación sexual, de modo que los comportamientos de mujeres y de hombres se regulan socioculturalmente. Muy pronto se le hace saber al niño o a la niña el valor que toda actuación tiene para conformar la identidad erótica ante los demás. Aceptación o rechazo son los dos sentimientos extremos que se movilizan en el sujeto ante su identidad erótica.
2.
El módulo actitudinal. He diferenciado tres grupos de actitudes (submódulos) que corresponden a los parámetros del contacto inmediato que tienen lugar en la interacción: a) el
pático, referido a la cualidad mayor o menor para la provocación de recepción o rechazo (simpatía/antipatía); b) el
ético, concerniente a la mayor o menor fiabilidad que inspira; y c) el
estético, tocante al gusto (bueno/malo, delicado o tosco, elegante o rudo, distinción/indistinción) que transparenta.
3. El
módulo de la corporeidad. Casi como ocurre con el sexo al que se pertenece, el cuerpo es el vehículo desde donde los demás han de configurar nuestra identidad. Comprende también tres submódulos: a) el
fisiológico, referido a los bipolos saludable/enfermizo; b) el
energético (fuerte/débil); y c) el
estético (bello/feo).
4.
El módulo intelectual, que gira en torno a los bipolos inteligente/torpe.
La imagen que el sujeto tiene de sí mismo en cada una de las áreas compone el
self (erótico, actitudinal, de la corporeidad e intelectual). En el sujeto adulto la identidad se ha diversificado y no hay un
self conjunto, sino referido a cada una de las áreas descritas. Es a partir de la adolescencia cuando tiene lugar esta diferenciación, a medida que el sujeto va explorando las varias interacciones y los resultados que le deparan, y no deja de ser decisivo el que, por determinadas razones, el sujeto se vea precozmente abocado a tomar conciencia de su identidad. Es lo que ocurre en aquellos niños (especialmente varones) que antes incluso de los seis años aparecen identificados con rasgos “impropios” del varón.
Fuente: Teoría de los sentimientos. Carlos Castilla del Pino. Tusquets Editores. Barcelona. 2000.
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