<b>CUENTO CHINO</b>. Historia larga y falsa que pretende engañar...

CUENTO CHINO

Historia larga y falsa que pretende engañar.

Yo soy internacionalista y libertario. Ni dios, ni patria, ni bandera es mi lema. Dicho esto, me veo en la necesidad de refutar las invectivas que se lanzan a diario sobre Catalunya y los catalanes, y sobre el derecho que tiene la gente a escoger su propia forma de dirigir y organizar la cosa pública, en la comunidad en la que viven.

En los últimos trescientos años, los propagandistas a sueldo del Estado Español han descrito España como una nación única e indivisible con un idioma común, unos valores compartidos, una confesionalidad religiosa ortodoxa, un poder central omnipresente y un cierto folklore periférico para uso y consumo del turismo. Y esto es un cuento chino.

La realidad, amigo catalán, fue muy distinta…

El bisabuelo de tu bisabuelo de tu bisabuelo y un largo etcétera (el señor Ferran o Fernando, rey de la corona de Aragón por dejación de la nobleza catalana) un día decidió juntarse con una señora (la señora Isabel, reina de Castilla), porque así lo consideraron ambos ajustado a sus intereses. De esta forma constituyeron España. En aquella época, el pueblo estaba formado mayoritariamente por siervos y nadie les preguntaba su opinión. Obedecer o morir era la alternativa. Durante doscientos largos años no os molestaron en exceso, porque tenían otras actividades más lucrativas: saquear territorios, imponer la cruz y la espada en las Américas, expulsar a judíos y moriscos, impulsar la Contrarreforma etc.

En tu casa, la vida siguió su ritmo, como siempre había sido. Pero un día esta tranquila situación se acabó. Y llegó un señor (el señor Felipe) que por azares de la geopolítica europea del siglo XVIII se hizo con el poder, tras una cruenta guerra, y arrasó con todo el trabajo hecho a lo largo de varios siglos por tus antepasados, con vuestras instituciones, con vuestra lengua, con vuestra cultura, con vuestros pactos. No sólo esto, a través de sus códigos, de sus militares, de sus funcionarios, impuso una castellanización y una neocolonización del país, de acuerdo con su idea del imperio. En sucesivas ocasiones, los catalanes se rebelaron, pero los sucesores del señor Felipe los castigaron duramente. En el último episodio del proceso de liquidación, la dictadura franquista hizo el resto.

Claro que todo esto sucedió en la larga etapa predemocrática del Estado Español. Ahora dicen que somos libres. ¿Lo somos? Si los ciudadanos que forman parte de un país (de los tres países, quizás tres y medio, que forman el Estado Español: la Gran Castilla, Euzkadi, Catalunya y en parte Galizia) quieren mayoritariamente recuperar sus derechos y libertades , sólo a ellos compete tal decisión.

La derecha española hace trampas, cuando dice que todos los españoles han de decidir si Catalunya quiere ser independiente. Es como si tú, siendo socio de un club en el que te inscribió a la fuerza tu bisabuelo, quisieras darte de baja y necesitases la autorización del resto de los socios. La izquierda española tampoco lo acepta y se escuda en los procedimientos para negar ese derecho. La izquierda es más civilizada, pero comparte una visión unitaria y centralista del Estado. Ya decía Josep Pla que lo que más se parece a un español de derechas es un español de izquierdas.

Yo creo que ambos colectivos deberían reciclarse. A la derecha le recomiendo un repaso de la lógica aristotélica (el silogismo y cuatro temas más), un seminario sobre el Renacimiento y un comentario de textos sobre la Ilustración. Tampoco les iría mal un repaso a las bases de la fisiología elemental (la asignatura es Biología). Esto les ayudaría a apelar al cerebro más evolucionado (el que sirve para pensar) y no a los intestinos (que, entre otros procesos, colaboran en los sistemas de evacuación). A la izquierda (dejémoslo en centro izquierda), le doy por aprobado lo anterior, pero sugiero una lectura más profunda de Guillermo de Ockham y el estudio de los filósofos analíticos, en particular de Moore, Russell y Wittgenstein.

Reclamo mi derecho al pensamiento lógico. Ya estamos hartos de cuentos chinos.

 

Fuente: Pequeño diccionario crítico para radicales impenitentes. Alfonso Durán-Pich. Editorial Amat. Barcelona.2009.

 

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