Casi es hora ya de volver a considerar la pregunta sobre el determinismo del mundo...

Casi es hora ya de volver a considerar la pregunta sobre el determinismo del mundo. Un determinista siempre declara que ningún razonamiento es capaz de excluir la posibilidad de encontrar un nuevo formalismo para describir y predecir exactamente las fluctuaciones, el azar o los errores. Una cosa sí es clara: lo que es incuestionablemente determinista es la ley que en cada caso proponemos. Pero resulta muy difícil hacerse a la idea de una total conectividad de la naturaleza en términos de sistemas axiomáticos. Una de las consecuencias del teorema de incompletitud de Gödel es precisamente la no existencia de proposición, lenguaje formal o axiomática que sea final, cerrada o definitiva. La investigación científica se mueve buscando nuevos lenguajes cuando detecta inconsistencias. La ciencia es efectivamente determinista (lo contrario sería negarse a sí misma) y representa el intento infatigable por representar el mundo conocido a través de un sistema cerrado y perfecto. Esto se consigue siempre que no se intente decir con dicho lenguaje nada que no esté contenido en las series numéricas que representan al conjunto de las observaciones realizadas. Un nuevo descubrimiento suele romper los límites del perfecto formalismo, que tiende a cerrarse rápidamente, como la ameba que engulle una partícula alimenticia. Las leyes son deterministas, pero eso no significa que lo sea la naturaleza. Confiamos nuestra seguridad y nuestro progreso a la ciencia porque nos aferramos a su determinismo, mejor dicho, en nuestra vida cotidiana lo forzamos en un intento de alejar un azar que se nos antoja catastrófico. La imagen que hemos dado del azar invita a compartir la opinión de Pierce, según la cual el determinismo es un postulado, algo que nosotros esperamos sea verdadero y que aceptamos con una intención positivista. Los indeterministas como Pierce, Popper o Compton y muchos físicos contemporáneos simpatizan mejor con la idea de un universo vibrante y ruidoso por naturaleza. El determinismo está en las leyes, pero en los nudos de la inmensa red de leyes que es la ciencia laten eternamente las fluctuaciones dispuestas a crecer y a participar en la aventura de la evolución. En este sentido me uno a los indeterministas.

 

Fuente: Ideas para la complejidad del mundo. Jorge Wagensberg. Tusquets Editores. Barcelona. 2003.

 

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