Creer como contrapuesto a conocer, es una diferencia epistemológicamente importante...

Creer como contrapuesto a conocer, es una diferencia epistemológicamente importante. Que “A cree que p” y “A conoce que p” son dos enunciados distintos, es algo que compete a una teoría del conocimiento. Lo dijimos anteriormente. Nosotros, sin embargo, cuando hablemos ahora de creencias, no nos referiremos al grado de probabilidad atribuida a una aserción o algo semejante. Al menos no nos referiremos directamente a ello. Hablaremos de otra cosa. Así, se dice, v.g., que hay gente que cree que resucitará algún día, se encontrará con sus padres y amigos y vivirá con ellos felizmente sin interrupción alguna. Se dice que hay gente que se siente protegida, que no cree estar sola en un mundo hostil que la rodea, sino guiada por la providencia de alguien que vela por ella, que la salva de las dificultades presentes y, sobre todo, que la salvará definitivamente, otorgándola un grado de bienestar inimaginable. Se dice que hay gente que no se amilana ante el mal, ya que cree que la historia sigue un plan trazado por un ser supremo y todo lo que ahora nos aparece como sufrimiento, incomprensión o perversidad se trocará en el logro de unos objetivos, desde los cuales los malos momentos no son sino imperceptibles máculas. A esta gente se la denomina creyente y al conjunto de expresiones, fórmulas, afirmaciones, ritos, etc. se denomina creencia religiosa. Tales personas tienen fe.

La creencia religiosa, tal y como la conocemos en nuestro ámbito cultural, tiene un punto de referencia inequívoco, un eje que, si desaparece, toda ella se derrumba. Ese centro es Dios. Por Dios se entiende aquel ser supremo, independiente del mundo, del que todo procede y depende. Por Dios -ya lo vio bien Feuerbach- se entiende todo lo que de bueno puede concebir el hombre sin mezcla de imperfección. Dios, repetimos, es una pieza central en el sistema central en el sistema de creencias, pero no es la única. Sus relaciones con el mundo y con los hombres dan lugar a que el creyente contemple un cuadro completo que satisfaga tanto sus inquietudes intelectuales como sus deseos y acciones. La creencia religiosa es, en este sentido, omnicomprensiva. Da respuesta a todo. No deja nada fuera.

 

Fuente: ¿Qué es un sistema de creencias?. Javier Sádaba. Ediciones Libertarias. Madrid. 1991.

 

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