Cuando estaba, de pie, al lado de su tumba, rodeado por personas a quienes él había casado, cuyos hijos había bautizado...

Cuando estaba, de pie, al lado de su tumba, rodeado por personas a quienes él había casado, cuyos hijos había bautizado y a los cuales había visto casarse, a su vez, en su iglesia, cuando veía las lagrimas en los ojos de los cientos de personas que habían venido de todas partes para decir adiós a aquel hombre “callado”, volví la cara y empecé a pensar.
¿Quién, me pregunté, vendría a mi funeral con lágrimas en los ojos? ¿Qué es el éxito y quién era el que lo había alcanzado, mi padre o yo? ¿Para qué sirve nuestra vida y cuál es la razón de nuestra existencia en este mundo? No son preguntas precisamente nuevas. Yo había estudiado filosofía. Conocía las teorías. Nunca me las había aplicado a mí mismo. No de forma seria.

 

Fuente: El elefante y la pulga. Charles Handy.

 

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