Dada la manera en que la crisis se ha desarrollado, es muy difícil afirmar que se terminó o murió el neoliberalismo. (Sasha Lilley.Coord.)

Dada la manera en que la crisis se ha desarrollado, es muy difícil afirmar que se terminó o murió el neoliberalismo. Seguramente, estamos entrando en otra fase del mismo, donde muchas de las contradicciones internas del neoliberalismo se han agravado y ahora toman una forma diferente. Se podría comenzar, por supuesto, con la financiarización y su rol en el neoliberalismo desde el comienzo y las crisis financieras como uno de los elementos del modelo de desarrollo del neoliberalismo. Y a todas luces, el modo en que algunas de esas características de las finanzas se han desarrollado en la última década, como las formas no reguladas de las “obligaciones de deudas garantizadas”, está mutando en algo muy diferente, y es probable que veamos algunas nuevas formas regulatorias en y alrededor de muchos de esos mercados. Pero es improbable que veamos que se abandonen esos mercados.

Podemos ver en la manera en que la reforma regulatoria avanza en el Congreso de los Estados Unidos que estas reformas no son intervenciones radicales que se propongan revocar las formas de financiarización que han sido los elementos centrales del neoliberalismo. Pienso que es una contradicción o un problema que ha estado presente y que todavía está allí. Lo mismo sucede con las desigualdades. Las desigualdades salariales, de los ingresos, la disminución de las transferencias al pueblo sobre el bienestar social, y muchas otras más, han sido otro aspecto del modelo de desarrollo del neoliberalismo. En muchas maneras, eso se encuentra en una crisis, con las tasas de desempleo cada vez mayores, las tasas de quienes dependen de la ayuda social cada vez más altas, y las desigualdades en el ingreso que continúan expandiéndose. Hay algunas presiones desde abajo para abordar estos problemas. Pero de conjunto, sin un movimiento político mayor, podemos ver también que la forma en que se desenvuelve la crisis no está en la agenda política para comenzar a revocar la dinámica de la distribución del ingreso del neoliberalismo. De hecho, de acuerdo con el modo en que los planes de austeridad se imponen a través de los diversos estados capitalistas del mundo, los pobres son las principales personas que están pagando la crisis.

De manera similar, podemos ver algunas de las tensiones en las cuestiones del equilibrio de pagos y las diferencias de cuenta corriente. Hay tensiones que han sido siempre internas del neoliberalismo entre los excedentes de cuenta corriente de ciertas zonas del mundo y los déficits de cuenta corriente en otras partes del mundo, en especial en los Estados Unidos, y hay otras tensiones en ellas y alrededor de ellas. No ha habido ninguna ruta verdadera para salir de esto hasta ahora, con Europa en problemas y sin poder desplazarse a una mayor zona importadora, y con los países de Asia Oriental tampoco queriendo cambiar. Es probable que la situación del déficit de cuenta corriente de los Estados Unidos continúe y también que continúen las asimetrías en el sistema de pagos mundial.

En muchos sentidos, estamos definitivamente en otra fase del neoliberalismo como resultado de esta crisis. Es evidente que en ninguna parte del mundo las fuerzas políticas han podido salir de las políticas neoliberales o del equilibrio de poder que ha apoyado al neoliberalismo, o sea, la forma en que las finanzas y la industria han apoyado a esas políticas a nivel del estado.

 

Fuente: Combatiendo al Capital. Coordinadora: Sasha Lilley. Entrevista con Greg Albo. Editorial Octubre. Buenos Aires. 2016.

 

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