Dentro de la vida de la sociedad anónima familiar no ha existido medio posible de jubilación...

Dentro de la vida de la sociedad anónima familiar no ha existido medio posible de jubilación (cosa que no sucedía en el trabajo agrícola del campo). Vemos esto, por ejemplo, en el Banco de Barcelona, una sociedad anónima pública importantísima, en la que Manuel Girona Agrafel ejerció el control desde su fundación en 1844 hasta su muerte en 1905 a la edad de noventa años. En sus últimos años de dirección se opuso a las innovaciones. Así pues, el Banco de Barcelona fue incapaz de adaptarse al clima económico del nuevo siglo cerrándose sólo quince años después de la muerte de Girona. Esta costumbre sigue repitiéndose en la vida de los negocios familiares actuales. Un administrador gerente criticaba la actuación de los hijos de una firma textil muy conocida: “El primer día que estos hijos tomaron una decisión, fue el día en que sacaron a su padre fuera de la fábrica, muerto.”

Los hijos pueden reaccionar ante la autoridad del padre de diversas maneras. Dentro de una estructura continuada de gobierno paterno, el heredero tiene la opción de repetir la conducta y postura del padre, puede esperar con resentimiento su muerte, o bien abandonar el negocio familiar. En general, las estructuras de la herencia y del control del negocio cambiaban muy poco a poco. Lo que fue un claro exponente de la tensión entre conservadurismo e innovación fue la dinámica interpersonal de los miembros de la familia. En una novela contemporánea se describe a uno de estos herederos reflexionando sobre el lecho de muerte de su padre: “Nunca prestó atención a mis proyectos. Desde ahora, todo esto es mío”.

Algunos optaron por lanzarse a carreras profesionales (reacción más común en la situación económica, nada prometedora, de la industria catalana en los años 1970) pero no por ello dejaron estos nuevos profesionales de mantener un contacto frecuente con sus familiares.

Algunos de ellos se rebelaban de forma mucho más rotunda. La mayoría de los artistas modernistas y su grupo “de fin de siglo” eran hijos de familias industriales que rechazaban el mundo de sus padres. Santiago Rusiñol, artista y escritor, explicaba en su conocida novela “Auca del Senyor Esteve” , como él mismo escapó de las manos de su industrial y tiránico abuelo (novela 1907, obra teatro 1917. El protagonista del libro trabajó en la tienda que sus padres habían montado. Sus palabras eran: “He trabajado muy duro en este mundo. No he hecho otra cosa que esto: trabajar... No he vivido... No sé lo que es la vida. He pasado por todo ello y no quiero más”. El hijo del señor Esteve, Ramonet, rechazó los negocios de su padre para ser artista. Fue, sin embargo, amonestado de esta forma:

Date cuenta siempre y a todas horas que has tenido un padre que no ha sido nada en el
mundo para que tu pudieses ser algo; que ha hecho dinero para que tu pudieras tenerlo...
y que si alguna vez haces alguna buena obra, en este camino que quieres emprender,
sin mí no la habrías hecho.

 

Fuente: Las buenas familias de Barcelona. Gary Wray McDonogh. Ediciones Omega. Barcelona. 2003.

 

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