Desde siempre, la respiración ocupa un lugar fundamental en las prácticas meditativas...

Desde siempre, la respiración ocupa un lugar fundamental en las prácticas meditativas: es el medio más potente para conectar con el instante presente (o para darse cuenta de las dificultades para hacerlo…). Por eso uno de los consejos más sencillos y eficaces que se ofrece a los principiantes es que varias veces al día se ocupen de respirar, solo de respirar, durante dos o tres minutos completos.

Son varias las razones para la importancia que se concede al hálito. Como es necesario que el objeto de la práctica no adormezca la atención, concentrarse en una “diana móvil” tiene una ventaja: es más fácil concentrar la atención, sin cansarla excesivamente, en algo que está ahí, pero nunca inmóvil. Por eso podemos quedarnos fascinados y bien despiertos durante un tiempo prolongado observando las olas del mar, las llamas del fuego o el paso de las nubes: siempre ahí, pero nunca idénticas. Lo mismo sucede con la respiración: está siempre presente y siempre en movimiento. Ninguna respiración es exactamente igual a la precedente ni a la siguiente. Y claro está, también está el simbolismo: la respiración es la vida.

La respiración también es interesante porque se puede ejercer sobre ella un control relativo pero real, acelerándola o aminorándola. No sucede así con otras muchas funciones automáticas del cuerpo: resulta difícil modificar los movimientos cardíacos, la tensión arterial y ¡también acelerar o enlentecer la digestión! El trabajo sobre la respiración es útil, pues tiene un impacto sobre nuestra emocionalidad.

Es posible sosegarse mediante la respiración. No controlándola, sino conectándose humildemente con ella y acompañándola con suavidad. Podemos hacer el experimento de aceptar una emoción dolorosa contentándonos con respirar mientras la observamos. Es una introducción perfecta a la dialéctica entre la voluntad y el soltar, a la que volveremos más adelante. Cuando nos sentimos mal, cuando se sufre de depresión, de ansiedad o se respira mal, trabajar en la respiración no resolverá todos los problemas ni suprimirá todos los sufrimientos, pero siempre representará una forma de alivio. ¿Por qué privarse?

 

Fuente: Meditar dia a dia. Christophe André.Editorial Kairós.Barcelona.2012.

 

« volver