El centro sexual se localiza en el hipotálamo, la parte cerebral responsable también del control de las emociones y las sensaciones, la velocidad del corazón y la presión sanguínea...
¿DÓNDE SE ENCUENTRA LOCALIZADA LA PARTE DEL SEXO EN EL CEREBRO?
El centro sexual se localiza en el hipotálamo, la parte cerebral responsable también del control de las emociones y las sensaciones, la velocidad del corazón y la presión sanguínea. Tiene aproximadamente el tamaño de una cereza, pesa unos cuatro gramos y medio y suele ser mayor en los hombres que en las mujeres, los homosexuales y los transexuales.
En esta área las hormonas, sobre todo la testosterona, estimulan el deseo sexual. Si consideramos que los hombres presentan una cantidad de testosterona de entre 10 y 20 veces mayor que las mujeres y que su hipotálamo es de un tamaño superior, entenderemos porqué el deseo sexual masculino es tan poderoso. Esta es la razón de que los hombres puedan potencialmente practicar sexo en cualquier lugar y a cualquier hora. Si a este hecho añadimos la aprobación social que los hombre han recibido durante generaciones por “estar hecho todo un semental” y la desaprobación a las mujeres sexualmente activas, calificadas de “promiscuas”, no hay que ir muy lejos para observar que las diferencias en cuanto a actitudes sexuales siempre han sido un muro de contención entre los hombres y las mujeres.
¿POR QUÉ LOS HOMBRES NO SE PUEDEN CONTENER?
El considerable e impulviso deseo sexual de los hombres tiene un objetivo claro: asegurar la continuidad de la especie humana. Al igual que la mayoría de los machos mamíferos, el hombre tuvo que dotar el sexo con algunas características esenciales para cumplir este propósito. Así, su apetito sexual tenía que ser intenso y difícilmente se distraería de sus intenciones. Este rasgo distintivo le permitía tener relaciones sexuales bajo prácticamente cualquier tipo de circunstancias, como por ejemplo, la presencia de potenciales enemigos o a la menor oportunidad que se le presentaba.
Un hombre necesitaba ser capaz de tener el máximo número de orgasmos en un espacio de tiempo lo más breve posible para evitar ser cazado por depredadores o enemigos.
El hombre también tenía que diseminar su semilla lo más lejos posible. El Instituto Kinsey en Estados Unidos, líder mundial en investigación sexual humana, manifestó que si se suprimiesen los condicionantes sociales, casi todos los hombres serían promiscuos, tal y como ha sucedido en el 80 por ciento de las sociedades durante toda la existencia humana. Desde la llegada de la era de la monogamia, la necesidad biológica masculina ha supuesto una gran traba en las parejas y constituye la razón número uno de los problemas de las relaciones modernas.
¿POR QUÉ SON FIELES LAS MUJERES?
El hipotálamo de la mujer es mucho menor que el del hombre y, si a este hecho sumamos los bajos niveles de testosterona con los que cuenta para activar su funcionamiento, nos da como resultado que las mujeres, en general, sean menos agresivas y tengan un apetito sexual notablemente más limitado que el del hombre. ¿Por qué no creó la naturaleza a ninfómanas para asegurar la continuidad de la especie? La respuesta la ofrece el largo período de gestación, alimentación y aprendizaje de un niño hasta que puede sobrevivir y valerse por sí mismo.
En especies como los conejos, el período de gestación es de tan sólo seis semanas y los gazapos son capaces de alimentarse por sí mismos, correr y esconderse en un período de dos semanas a partir de su nacimiento. El padre conejo no tiene que estar con ellos para defenderlos o alimentarlos. La cría de elefante o el cervatillo son capaces de correr con el resto de la manada al poco tiempo de haber nacido. Incluso nuestros primos hermanos, los chimpancés, son capaces de sobrevivir si les abandonan a partir de los seis meses de edad. Durante la mayor parte de los nueve meses de gestación, la mayoría de mujeres se sienten físicamente limitadas y un niño tarda al menos cinco años en aprender a alimentarse y a defenderse por sí mismo. Por esta razón, las mujeres analizan muy cuidadosamente los rasgos que debe
Fuente: Porqué los Hombres no escuchan y las Mujeres no entienden los mapas. Allan y Barbara Pease. Ediciones Gestión 2000. Barcelona. 2000.
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