El día en que la inflación alemana llegó a su fin (1923) se hubiera podido producir un giro en la historia... (Stefan Zweig)

El día en que la inflación alemana llegó a su fin (1923) se hubiera podido producir un giro en la historia. Cuando, a toque de campana, cada billón de marcos engañosamente inflados se cambió por un solo marco nuevo, se estableció una norma. En efecto, la turbia espuma pronto refluyó con todo su lodo y suciedad; desaparecieron los bares y las tabernas, las relaciones se normalizaron, todo el mundo pudo calcular claramente cuánto había ganado o perdido. La mayoría, la gran masa, había perdido. Pero no se hizo responsables de ello a los que habían causado la guerra, sino a quienes con espíritu de sacrificio –y sin recibir las gracias por ello-  habían cargado sobre sus hombros con el peso de la reorganización. Nada envenenó tanto al pueblo alemán –conviene tenerlo siempre presente en la memoria-, nada ascendió tanto su odio y lo maduró tanto para el advenimiento de Hitler como la inflación. Porque la guerra, por horrible que hubiera sido, también había dado horas de júbilo con sus repiques de campanas y sus fanfarrias de victoria. Y como nación irremisiblemente militar, Alemania se sentía fortalecida en su orgullo por las victorias provisionales, mientras que con la inflación sólo se sentía ensuciada, engañada y envilecida; una generación entera no olvidó ni perdonó a la República Alemana aquellos años y prefirió llamar de nuevo a sus carniceros. Pero todo eso quedaba todavía lejos. En el año 1924, desde fuera parecía que la tumultuosa fantasmagoría  había pasado como un baile de fuegos fatuos. Volvía a ser de día, se podía ver a dónde se iba y de dónde se venía. Y con el advenimiento del orden saludamos el comienzo de una calma duradera. Otra vez, una vez más, creíamos que la guerra había sido superada, necios incurables como habíamos sido siempre. Sin embargo, aquella ilusión engañosa nos aportó una década de trabajo, esperanza e incluso seguridad.

 

Fuente: El mundo de ayer. Stefan Zweig. El Acantilado. Barcelona. 2001.

 

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