El Estado contemporáneo es fruto de la burguesía (recordemos el influjo y el papel del <i> tièrs état </i> en la marcha de la Revolución francesa...

El Estado contemporáneo es fruto de la burguesía (recordemos el influjo y el papel del tièrs état en la marcha de la Revolución francesa y en la formación del Estado que de ella brota). A la inventiva y actividad de la burguesía revolucionaria se deben: las declaraciones de derechos, el régimen administrativo, la codificación (regulación ordenada y sistemática de los derechos típicos de la burguesía), el régimen de propiedad privada.

La monarquía constitucional y parlamentaria marca el momento significativo del poder politicosocial de esta clase. Pero, también, su imperio se extiende al arte, a la moda, al trato entre las gentes y a las formas derivadas de la ética y de la religión.

La industrialización, promovida por la burguesía, repercutirá sobre la estructura socioeconómica, base del derecho y del Estado burgués originando la dialéctica burguesía-proletariado, que alcanza nuestros días. En efecto, la industrialización producirá, entre otras muchas cosas: la concentración de capitales, la explotación de los trabajadores, la intensificación del comercio internacional y el colonialismo, el crecimiento de la población europea, las guerras y el imperialismo, la depauperación y la lucha de clases.

El proletariado no cabe en los modos de convivencia politicosocial ideados por la burguesía: la seguridad jurídica, los derechos del Código Civil y de las declaraciones constitucionales no tienen sentido para el que nada posee; las mismas formas de comportamiento social, ético y religioso parecían hostiles a los trabajadores.

Ya hemos visto cómo el anarquismo reaccionará violentamente contra el Estado, procurando su extinción, y como el marxismo-leninismo propugna, en el plano teórico, su gradual desaparición. Es decir, se busca la destrucción inmediata, o paulatina, de las estructuras de poder de la burguesía capitalista para acabar definitivamente con ella.

El Estado contemporáneo, es, además, estructura política de una sociedad masificada. La masificación -apunta Grabowsky - es un resultado de la época postcapitalista, consecuencia de la superproducción obtenida con procedimientos tipificados y racionalizados. En este sentido, la masificación supone la yuxtaposición de clases y, por tanto, no debe identificarse simplemente masa y masificación con proletariado o con mezcla de estratos sociales.

Mediante la masificación prodúcense la homogeneización de algunos supuestos políticos de la convivencia: igualdad jurídica y social, transformación social de los derechos y libertades clásicos, necesidad de una política social para todos, paso del Estado liberal de derecho al Estado social de derecho, aparición de los grandes partidos organizados, burocratizados, que influyen poderosamente sobre la maquinaria estatal e interceptan los procesos políticos, electoral y parlamentario.

 

Fuente: Principios de Ciencia Política. Pablo Lucas Verdú. Editorial Tecnos. Madrid. 1969.

 

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